martes, 24 de junio de 2025

"Vacaciones escolares con sentido"

Por Esteban G. Santana Cabrera  


 Llegó el final del curso escolar, ese momento que parecía tan lejano cuando arrancamos en septiembre cargados de ilusiones, mochilas nuevas y muchas expectativas. Tras meses de aprendizajes, retos, emociones compartidas y experiencias vividas, nos encontramos, por fin, en la antesala de las vacaciones. Es el momento de parar, respirar, y mirar con calma el camino recorrido. No solo se cierra un curso académico; se abre una oportunidad para que lo aprendido florezca en un terreno distinto: el de la vida cotidiana.

Nuestro alumnado ha vivido un año lleno de aprendizajes, no solo en materias tradicionales, sino también en habilidades esenciales para la vida. Saber desenvolverse en un supermercado, distinguir una noticia veraz de una manipulada, comprender un texto más allá de las palabras, o trabajar en equipo respetando las ideas de los demás, son logros que no siempre aparecen en los boletines de notas, pero que tienen un valor incalculable. Durante estos meses, también han aprendido a cuidar, a escuchar y a compartir, gracias a proyectos tan significativos como nuestra radio escolar, el huerto ecológico o los talleres de robótica. En ellos han sembrado ideas, han cosechado responsabilidad, y han programado soluciones con creatividad y paciencia.

Ahora que el calendario nos brinda una pausa, es momento de invitar a nuestro alumnado a vivir el verano como una prolongación de esos aprendizajes. ¿Por qué no proponer a los más pequeños que preparen una receta usando ingredientes de temporada, como hacían en el huerto? ¿O que entrevisten a sus abuelos como verdaderos reporteros de radio, rescatando memorias familiares? Incluso unas tardes de juego con construcciones o kits de robótica pueden ser una forma divertida de seguir ejercitando la mente sin presión, solo por placer.

Pero no todo tiene que ser acción. El descanso también enseña. Enseña a escuchar el cuerpo, a respetar el tiempo propio, a reconectar con la familia, con la naturaleza, con los libros que esperan ser abiertos sin prisas. Las vacaciones nos permiten hacer esas cosas que la rutina escolar no siempre permite: pasear sin reloj, conversar sin interrupciones, disfrutar del silencio. Son también una oportunidad para que nuestras familias fortalezcan la convivencia, compartiendo momentos únicos, donde el mayor aprendizaje se da de forma natural, sin necesidad de aula ni pizarra.

Y no podemos olvidarnos del equipo docente. Este curso ha estado cargado de exigencias emocionales, de adaptaciones constantes, de entrega silenciosa. Ha sido un año en el que enseñar ha implicado también contener, motivar, acompañar. Por eso, el descanso para nuestros maestros y maestras no es solo necesario, es vital. Es tiempo de apagar el ruido, de recargar energía, de formarnos sin presiones, de volver a mirar con ilusión aquello que los trajo a esta vocación: el deseo de transformar, de inspirar, de guiar.

En este momento de cierre de curso, no hablamos de un punto final, sino de una pausa que nos va a permitir seguir creciendo. El verano no es un olvido del curso, sino su continuación desde otro ángulo: más libre, más espontáneo, más humano. Es el tiempo de vivir lo aprendido y de preparar el terreno para nuevas siembras que llegarán con el próximo otoño.

Gracias a todas las familias por su acompañamiento, a los docentes por su dedicación inquebrantable, y sobre todo, al alumnado, por enseñarnos cada día que educar es, ante todo, un acto de esperanza. ¡Felices vacaciones!

TeldeActualidad

infoNorte Digital


No hay comentarios:

Publicar un comentario