Por Esteban G. Santana Cabrera |
Este proyecto urbanístico anunciado por el ayuntamiento que a primera vista parece fantástico, no está ni más ni menos que en la Montaña de San Gregorio, un hito importante para los habitantes de Tamaraceite de todas las épocas, ya que aparte de ser un lugar que estuvo protegido por el PEPEN y de asentamiento aborigen, ha sido un punto de encuentro para muchas generaciones. Los vecinos de Tamaraceite nos preguntamos qué estudios de impacto medioambiental se han realizado para aprobar un proyecto como este en un espacio que hasta no hace mucho tiempo estaba protegido y que las sucesivas corporaciones han ido acotando, imponiendo el cemento al espacio natural.
Pero vamos a conocer un poquito más este lugar, que seguramente hemos visto en más de una ocasión al paso por la Circunvalación o desde el área comercial de Tamaraceite Sur. Desde tiempos prehistóricos Tamaraceite ha estado muy influenciada por el hombre por ser un lugar de vital importancia agrícola y ganadera dentro de la isla de Gran Canaria, como así recogen diferentes historiadores. La población aborigen se asentaba principalmente en lo que hoy conocemos por “La Montañeta de Tamaraceite” y prueba de ello son las innumerables cuevas que existen en la zona y que sirvieron de vivienda a nuestros abuelos, hace apenas 50 ó 60 años. Pero la zona fue foco de otros asentamientos, donde se han encontrado restos de construcciones y necrópolis: Los Dragos, Los Giles, Lomo los Frailes, Rugayo, Las Cuevas del Rey y también en la Montaña de San Gregorio. Este último yacimiento se encuentra en un antiguo camino que llevaba a la gente en ruta hacia Teror. En uno de sus márgenes se levantaba una ermita del S.XVI de la que sólo quedan restos de sus muros ya derruidos junto a unos "mamotretos" en una zona hasta hace pocos años protegida, y donde el Ayuntamiento ha aprobado recientemente un proyecto para su "reconstrucción".
San Gregorio es un enclave de una gran riqueza paisajística y botánica. Esta loma que podemos ver desde el nuevo centro comercial Alisios, tiene una altitud de 441 metros, una pendiente en torno al 40% y limita al Sur con el barranco de San Lorenzo, al Este con el conjunto de embalses que forman las Charcas de San Lorenzo, al Norte con el barranco de Jacomar y un afluente del barranco de Tamaraceite y al Oeste con el barranco de La Morena. Desde ella se pueden ver los conos de las Isletas, buena parte de la ciudad y del valle de Tamaraceite y San Lorenzo.
Al actuar los procesos erosivos sobre estos grandes apilamientos de coladas, se han originado unas formas características que definen la unidad. A esto le podemos unir una pequeña red de barranqueras que sólo se activan en determinadas épocas de grandes lluvias, lo cual provoca caída de bloques y pequeños conos de derrubio. El tono gris y violáceo de los Altos de San Gregorio nos manifiesta la importancia de los procesos de meteorización que se dan sobre estas coladas.
Los procesos erosivos y de deterioros paisajísticos que más le han afectado han sido, en primer lugar el sobrepastoreo al que ha estado sometido, existiendo un cortijo llamado de San Gregorio (J. Vicente Rivero Quintana) quedando la zona casi esquilmada de toda vegetación potencial (cardones, tabaibas, palmeras y acebiños), estando compuesta en la actualidad por pastizales (gramineas y hierbas), cardones, tabaibas, acebiños y verodes.
Nuestra Montaña de San Gregorio ha sufrido un proceso de autoconstrucción que no ha sido controlado, surgiendo barrios como Isla Perdida, Las Suertes, Piletas y más recientemente la urbanización Ciudad del Campo. Más cemento y asfalto llega hasta nuestra joya de la corona que está dejando de ser fresca y amena y convertida en otra urbanización más que viene a asfixiar a este distrito de construcciones en detrimento de su patrimonio natural.
Este artículo fue publicado por LPDLP: