![]() |
Por Esteban G. Santana Cabrera |
Con la llegada del periodo de solicitud de plazas escolares en
Canarias, que se abrió el pasado 31 de marzo, muchas familias se
encuentran ante una decisión que, aunque parezca simple, es
profundamente trascendental: ¿Qué centro educativo escoger para sus
hijos e hijas?
Elegir colegio no es solo elegir un
edificio donde se imparten clases. Es escoger un espacio en el que
nuestros niños y niñas pasarán buena parte de su infancia, donde
crecerán, descubrirán el mundo, y, sobre todo, donde forjarán su
manera de estar en él. Por eso, más allá de rankings, distancias o
instalaciones, hay un elemento que debe ser el faro que guíe esta
elección: la felicidad del alumnado.
Un buen centro
educativo es aquel al que los niños y niñas entran cada mañana con
una sonrisa. Un lugar donde se sienten seguros, escuchados y
valorados. Donde las emociones no se esconden, sino que se acompañan.
Donde aprender es un acto de descubrimiento, de juego y de ilusión.
Donde se da pie a la creatividad y el niño o niña es el
protagonista de su propio aprendizaje. Pero sobre todo, donde nadie
es excluido y la enseñanza tiene en cuenta la diversidad del
alumnado, cuyo objetivo es lograr una inclusión efectiva,
minimizando así las barreras físicas, sensoriales, cognitivas y
culturales que pudieran existir en el aula.
En mi cole lo
hemos tenido siempre claro: queremos un colegio lleno de vida, de
color y de sentido. Por eso, hemos trabajado con entusiasmo en
transformar nuestros espacios, adaptándolos a las necesidades reales
del alumnado. Así nació nuestra "Aula del Futuro", un
entorno flexible, estimulante y acogedor que rompe con la rigidez de
las aulas tradicionales para abrir paso a una forma de aprender más
activa, creativa y cooperativa. También hemos llenado pasillos y
rincones de arte, naturaleza y rincones de calma, convirtiendo cada
parte del colegio en una experiencia educativa.
Sabemos
que la escuela no es solo un lugar para adquirir conocimientos, sino
un espacio emocional que deja huella. Por eso, apostamos por
proyectos motivadores, metodologías activas y, sobre todo, por
cuidar el bienestar emocional de quienes forman parte de nuestra
comunidad.
A todas las familias que ahora están valorando
opciones, les animamos a mirar con el corazón. A visitar los
centros, a escuchar a sus hijos e hijas, y a buscar ese lugar donde
sientan que pueden ser felices. Porque cuando un niño viene contento
al cole, todo lo demás empieza a funcionar.