Comencemos con una visión: Imagine que está planificando una cena con muchos invitados en su casa. ¿Cuáles son sus deseos y esperanzas?
Quiere que todos sus invitados se sientan bienvenidos e incluidos.
Desea ofrecer una comida rica y nutritiva para todos sus invitados. Y que sus invitados interactúen entre sí de una manera amigable y simpática.
Mientras piensa en su fiesta, cavila acerca de sus invitados y quiénes son. Su amiga Juana utiliza una silla de ruedas. Deberá pensar sobre el tema de la accesibilidad. Si ordena la comida al estilo buffet, ¿podrá tener el espacio suficiente como para dar la vuelta alrededor de la mesa?
Su amigo Carlos tiene intolerancia a la lactosa, deberá pensar sobre el menú de manera tal que tenga suficientes opciones para comer.
Su amigo Abdullah es musulmán y el cerdo no es una opción para él y Susana está haciendo una dieta de bajas calorías. Trata de considerar qué puede ofrecer y así cubrir las necesidades de todos.
Dos de sus invitados son muy tímidos y a veces se sienten excluidos.
Reflexiona sobre qué puede hacer para que se sientan a gusto y prepara algunos planes para presentarlos a otros invitados y pedirles que la ayuden con la preparación de último minuto de las ensaladas, así están ocupados y se sienten involucrados en los primeros momentos de la fiesta.
Finalmente, piensa acerca la fiesta en sí misma, y planifica un tiempo dedicado a que, informalmente, se conozcan entre sí los invitados y una actividad breve para romper el hielo: usted piensa que esto los ayudará a reírse y a conectar a la gente entre sí.
Su fiesta es un gran éxito. Todo el mundo la pasa muy bien. La comida es abundante y disfrutada, y nota que se han hecho muy buenos vínculos entre los comensales.
Definitivamente no la dividió en dos grupos: “los normales” y aquellos con “necesidades especiales.”
Observa su proceso de planificación y se da cuenta que al pensar en cada persona que venía, fue capaz de diseñar una fiesta que funcionó bien para todos, cumpliendo con las necesidades individuales, sin estigmatizar a nadie o sin aislar a nadie del grupo.
No hizo el mismo menú que el año pasado y luego, al darse cuenta que no había nada para comer para Abdullah, le tuvo que decir que mejor se trajera él mismo su propia comida.
Ordenó el espacio físico de manera tal que todos (incluyendo a Juana) pudieran moverse alrededor de la habitación y se preocupó que aún sus invitados más tímidos tuvieran posibilidades de vincularse con los otros.
Se da cuenta de que no pensó en la gente como miembros de categorías: vegetarianos, físicamente discapacitados, socialmente inseguros, etc. Definitivamente no la dividió en dos grupos: “los normales” y aquellos con “necesidades especiales.” Más bien pensó en ellos como individuos con múltiples identidades, cualquiera de las cuales tenía fortalezas o personificaba desafíos. Y mientras planificaba como individuos, también fue capaz de pensar sobre ellos como miembros de una comunidad temporaria que estaba formando en su casa, cumpliendo con sus necesidades en un contexto de amistad y comunidad.