Por Esteban G. Santana Cabrera |
La Ley de Educación LOMCE, en su Preámbulo, afirma que hay que propiciar
en la escuela las condiciones que permitan el
cambio metodológico, donde el alumnado sea el protagonista del
aprendizaje. A nadie se le esconde que las nuevas formas de enseñar deben
adaptarse a las nuevas formas de aprender que tienen nuestros alumnos y a los
entornos en los que se mueven. Y con esto me refiero a entornos reales y
virtuales. Dice la propia Ley que las nuevas tecnologías hacen que sea distinta
su manera de aprender, de comunicarse, de concentrar su atención o de abordar
una tarea, por lo que la escuela no puede darle la espalda a esta realidad.
Pero es en este mismo preámbulo donde se afirma que las Tecnologías de la
Información y la Comunicación deben ser una pieza fundamental para producir el
cambio metodológico que lleve a conseguir el objetivo de mejora de la calidad
educativa. En pocas palabras, nos habla de cambio educativo, nuevas
tecnologías, nuevas formas de aprender, nuevas formas de comunicarse y mejora
del rendimiento. Pero todo dentro de un aprendizaje significativo.
La Escuela no debe de ser más que el reflejo de lo
que se vive en la sociedad. No puede ir el profesorado y sus metodologías por
un lado y la sociedad por el otro. Como bien le digo a mis alumnos: "en
clase no venimos a aprender solo contenidos, sino que venimos a prepararnos
para ser personas competentes y que podamos salir de las cuatro paredes del
centro teniendo herramientas para
enfrentarnos de manera eficaz a los retos que nos va a ir ofreciendo la
sociedad día a día".
Todas las áreas del Currículo de Primaria,
incluyendo Educación Física, deben contribuir al desarrollo de la Competencia
digital (CD) mejorando la motricidad fina del alumnado a través del uso de las
distintas aplicaciones existentes en las Tecnologías de la información y
comunicación (TIC), tanto en la práctica motriz como en otros contextos
educativos (el aula ordinaria, el aula TIC y el medio natural). Los procesos de
la indagación, selección, análisis, transformación, elaboración e integración
de información y experiencias relacionadas con los distintos entornos
tecnológicos de enseñanza y aprendizaje y su transferencia al ámbito motor
constituyen indicadores que favorecen el desarrollo de esta competencia.
De este objetivo, de obligado cumplimiento para el
profesorado, podemos extraer varias cosas que me llaman la atención. Por un
lado insta a mejorar la motricidad fina a través del uso de distintas
aplicaciones TIC, pero no solo eso, sino que especifica que en otros contextos
educativos, por lo tanto, debemos trabajar la motricidad fina fuera del aula,
del patio, en contextos de especial significación para el alumnado.
Está claro que a nuestros alumnos les encantan, a la
mayoría, los videojuegos. Conozco a varios de Primaria que juegan
habitualmente al Fornite y no son
controlados por sus progenitores, es más, estos no saben ni cómo es el juego,
ni que la edad recomendada es superior a la edad de su hijo. Los casos que yo
conozco son anecdóticos porque a nadie se le escapa que son muchos los niños y
niñas de Primaria los que juegan a videojuegos, ni hijo es uno de ellos, pero
afortunadamente realizo un control sobre lo que juega y además practica tres deportes, realizando
actividad física todos los días.
La Escuela como institución debe estar al servicio
de la ciudadanía y por lo tanto trabajar la competencia digital debe estar
presente en nuestra práctica diaria y el enseñar los riesgos de los videojuegos
debe de ser una obligación, pero también es una obligación que conozcan su
lenguaje específico, textual, icónico,… Por ello también deben aprender a
conocer los videojuegos con los que puede aprender, y qué es lo que puede
aprender, por lo que la investigación es obligatoria a este respecto.
Utilizar videojuegos, algunos videojuegos, en el
aula para la mejora de la comunicación y la resolución de problemas se me
antoja hasta vital. Como necesario es que sea el propio alumnado el que se
inicie en la creación y programación de nuevos videojuegos, o al menos de
prototipos, lo que los llevará en el futuro a tener una actitud crítica y a
hacer un uso más ético de los mismos.