domingo, 17 de septiembre de 2023

El curso comenzó en Canarias...de aquella manera

Por Esteban G. Santana Cabrera 

Arrancó este mes de septiembre un nuevo curso escolar, el 2023/24 y por lo que hemos podido ver, leer y escuchar, de manera “movidita”. La  nueva administración educativa que se estrenó en el mes de julio se encontró que “no todo el monte era orégano” y lo que parecía en el mes de agosto un “paseíllo” se ha convertido en un “apagafuegos” continuo, llegando algunos problemas  a convertirse en comparecencias parlamentarias incluso. 

Los problemas encontrados en este mes de septiembre han sido múltiples como los recortes en las plantillas, centros educativos que no han podido arrancar las clases por deficiencias en sus infraestructuras, obras que no habían empezado, la falta de planificación en la escolarización de 2 años, las subidas de los tramos al alumnado que no puede hacer frente a la cuota del comedor ni es beneficiario de alguna ayuda de persona física o entidad pública o privada, la ayuda de libros, la recolocación de personal que habiendo sido nombrado se encuentra que no había plaza en el centro, etc, etc.

Pero esto no es porque haya habido un cambio de gobierno, que puede haber influído, sino porque, cada año la historia siempre se repite. La falta de planificación y la improvisación es, en la mayoría de los casos, el mismo cuento de siempre. 

Y lo peor es que, todos estos problemas recaen siempre sobre los mismos, los docentes y los equipos directivos, que se ven desbordados entre el comienzo de curso y la parte burocrática, haciendo además de "barrera de contención" de familias rebotadas porque sus cuotas de comedor han subido o no se puede hacer frente por parte del AMPA a una acogida temprana por falta de niños.

¿Y esto no se puede arreglar de alguna manera? Y me refiero a que esto no se repita cada año y que al final los centros se vean saturados y casi bloqueados por la burocracia, siendo la mayoría de este papeleo por actividades complementarias al centro como es el comedor o la ayuda de libros y no por la parte pedagógica.

¿No se podría gestionar desde los Servicios Centrales y así descargar de esta parte tan engorrosa a los centros? Porque al final tenemos que realizar labores más propias de gestores o de auxiliares administrativos, que los hay estos últimos en los centros educativos, pero en la mayoría de los centros pequeños, con horario parcial y sin poder descargar al equipo directivo de todo ese trabajo que al final no tiene nada que ver con la labor pedagógica.

Seguimos cayendo en lo mismo curso tras curso, legislatura tras legislatura. La burocracia impidiendo que el equipo directivo pueda organizar de manera pausada el comienzo de curso, pedagógicamente hablando.

Llevo treinta años en el sistema educativo y no hay año que las clases empiecen “de aquella manera”, o lo que es lo mismo, de la manera de siempre, con improvisación, actuando solo cuando existe el problema y no previniéndolos con antelación para que nada malo pueda ocurrir.

La Administración debe recapitular y analizar qué tareas son las que están haciendo los equipos directivos y pudiera realizar otro personal, que descargue de esta responsabilidad a docentes, porque al fin y al cabo somos docentes y no gestores económicos, ni enfermeros, ni técnicos en prevención de riesgos laborales, ni bomberos. Porque a nadie se le ocurre en otras profesiones, por ejemplo en la sanidad, que el médico haga de enfermero, de auxiliar, de personal de la limpieza o de encargado del material para que se pueda operar o administrar la medicación. Y así con todas las profesiones, menos con la nuestra. El docente tradicionalmente hace de todo, desde acondicionar la clase a principio de curso, trasladar los muebles, montar y poner en marcha los equipos informáticos, atender a los niños que se accidentan, preparar un plan de contingencia y de prevención de riesgos, etc, etc...

Ya está bien de que no se tenga en cuenta a la Educación como lo que es, un servicio de primera necesidad, donde los niños y niñas puedan asistir con plenas garantías, en clases del S XXI agradables, cómodas y adaptadas a la nueva realidad. No es justo que muchas de nuestras aulas continúen con los mismos muebles de hace cincuenta años y que nuestros centros no sean espacios realmente educativos donde se prodigue el aprendizaje competencial y no el mismo del siglo pasado. Y para ello se necesita inversión, y no solo de ordenadores y tablets, igual habría que empezar por cambiar los espacios de aprendizaje y hacer del comienzo de curso algo maravilloso y significativo para el alumnado y no como siempre, de aquella manera.


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