lunes, 15 de enero de 2024

La nueva "camada" de docentes

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  

"Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es sembrar un campo sin ararlo". Esta frase de Richard Whately. me ha llevado a reflexionar sobre un aspecto de la Educación al que las Administraciones no le hacen caso desde tiempos pasados, o al menos el suficiente. Hoy en día cualquier graduado puede ser docente solamente superando una oposición que, como bien sabemos, no demuestra que sea mejor docente que el que no la supera. Estamos en año de oposiciones y realmente habría que tener mucho cuidado con el perfil del profesorado que entra en la enseñanza pública, ya que no tiene vuelta atrás, y después ocurre lo que ocurre. Este sistema obsoleto, es la puerta de entrada de una nueva generación de docentes, sobre todo de los más jóvenes que “llevan en la mochila”, una serie de síndromes intrínsecos a su era digital. Cualquiera puede ser docente con tal de que apruebe una oposición que, como bien sabemos, no demuestra que sea mejor docente que otro que se ha quedado en puertas o ha suspendido. 

Uno de ellos es el "síndrome de Amaro", según lo define de manera muy acertada el doctor y psiquiatra Enrique Rojas, es la tendencia frecuente de convertir la vida de los famosos en espectáculo para distraerse o pasar el tiempo o disolver los traumas personales. Vemos como en algunas televisiones presentadores e invitados convierten en carnicerías literales hablando de asuntos que no tienen la mayor importancia. Esto se ha llevado también a las redes sociales donde muchos jóvenes narran día a día su vida, generalmente de cosas sinsentido, Estar pendiente de la vida de los demás es a menudo un síntoma de que algo en nosotros no va bien. Pararse a pensar en qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y las consecuencias que tendrá, es primordial para tener una vida equilibrada a nivel emocional. Aparejado a este síndrome, hay otro, que se da en muchos jóvenes, el "síndrome de Fomo",  fear of missing out o miedo a perderse algo. Esta emoción negativa que aparece en algunas personas, sobre todo jóvenes, les hace sentir  que no está siendo activa y que no está formando parte activa en las dinámicas sociales de su entorno, colegio, familia, amigos, etc..

En la Educación, como en el resto de ámbitos de la sociedad, estos síndromes se ven cada vez más entre los jóvenes docentes. Podemos encontrar en las redes a docentes que se están exponiendo diariamente, incluso en clase. Estar en redes sociales de manera activa es muy habitual en muchos docentes jóvenes que las usan no como una herramienta educativa sino como una "fobia", de manera compulsiva, compartir, sin más, desde una imagen que les llama la atención hasta los resultados de los exámenes de su grupo. Esta generación de jóvenes que está llegando a la docencia, que afortunadamente no son tantos como parece pensar mucha gente, son creadores de contenido e influyentes entre un público que han ido creándose poco a poco a lo largo de los años. Son los llamados milleniums, más individualistas, buscando destacar y ser reconocidos y en la mayoría de los casos no encajan en el trabajo en equipo. Llegan a los centros educativos y quieren hacer las cosas “a su manera” y van “por libre”.
Esto que parece negativo para los maestros "de antes" podría ser un valor en alza en la Educación del S XXI, ya que tienen habilidades y destrezas de las que carecemos los que ya peinamos canas, aunque le pongamos mucho interés en aprender o nos obligue la administración a formarnos en competencia digital.
Observamos a la vez un incremento no solo de herramientas para realizar esta u otra tarea, sino, la aparición de empresas que se crean para “ayudar” al docente o al centro a llevar a cabo diferentes proyectos que, en muchas ocasiones priman más lo comercial que lo educativo, Conozco algunos centros educativos, en otras comunidades, que los proyectos de radio escolar lo llevan personas fuera de la comunidad educativa, monitores e incluso profesionales de los medios que tienen sus empresas y han entrado en los centros educativos buscándose un "futuro" profesional, lo que hace que se beneficie el centro y la empresa. Que no me parece mal, pero no surge de la propia escuela, de sus entrañas sino que en muchas ocasiones viene dado y por lo tanto se juega con ventaja frente a otros centros educativos, la mayoría en este país, que no tienen ni para sufragar los gastos mínimos de papel higiénico o folios.
Al margen de esto, y si nos detenemos en los docentes, está claro que hay "algunos" que se venden muy bien, no es que vendan los productos realizados fruto de una situación de aprendizaje y que pueden servir a otros docentes para aplicarla en sus aulas, sino que son vendedores literales de otros productos realizados por y para el beneficio de terceros y por ende para su beneficio personal. Y en este saco entran desde "aprendices de escritores" que tratan de vender su libro como una herramienta para tratar temas diversos hasta algunos que cuentan que están en este o aquel proyecto que no tienen nada que ver con las aulas. Veo diariamente a docentes en redes sociales que comparten de todo menos experiencias de aula, y a experiencias me refiero a qué estoy haciendo en el aula, cómo lo hago y para qué me está sirviendo. Y con ello crear sinergias con otros compañeros a cambio de nada, a veces solo el de recibir el agradecimiento, porque esa o aquella experiencia es replicable en su aula.
Vuelvo y repito que son los menos, porque conozco a muchos y muy buenos, pero desgraciadamente se hacen notar en exceso, sobre todo en las redes sociales, sobre todo en aquellas donde están presentes los más jóvenes e influenciables. 
Pepa Aurora, recientemente nombrada Miembro Honorífico de la Academia Canaria de la Lengua decía una frase que me gustó mucho a la pregunta de si sus cuentos y sus historias le habían dado para vivir y ella respondió de una manera muy acertada “yo gracias a Dios soy maestra y cobro por ello, de mis libros no hubiera podido hacerlo”. Y Pepa también usa las redes sociales.
Como bien afirma el doctor Rojas en su libro "Comprende tus emociones", que tuve el placer de leer estas vacaciones, el Síndrome de Amaro ha ido calando en la sociedad y produce un efecto "copia" de esas vidas, lo que lleva a la ausencia de modelos sanos a imitar. Y ese es un problema que se está viendo en la Educación. Jóvenes docentes que se muestran en las redes sociales pensando más en el “postureo” que, en utilizar las redes sociales con una finalidad educativa, como herramienta de trabajo o visibilizador de experiencias. Y con esto no quiero “demonizar” las redes sociales, porque yo sí que creo que las redes sociales tienen y deben estar en los centros educativos, sino que debemos tener cuidado con la puerta de entrada a las aulas canarias en estas nuevas oposiciones que se celebran este año.
No olvidemos lo que decía John Dewey "La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma".

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