jueves, 17 de octubre de 2024

La Educación es la llave para un Futuro Sin Pobreza

Por Esteban G. Santana Cabrera  

 Cada 17 de octubre conmemoramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, un recordatorio de que la lucha contra la pobreza extrema es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. Esta fecha tiene su origen en un emotivo encuentro en 1987, cuando cientos de miles de personas se congregaron en la plaza del Trocadero en París. Allí, ante las placas que rinden homenaje a la Declaración Universal de Derechos Humanos, se proclamó que la pobreza es una violación de los derechos humanos y se hizo una llamada a unir esfuerzos para garantizar su cumplimiento.

Desde entonces, cada año, personas de diferentes orígenes, creencias y condiciones sociales se reúnen en este emblemático lugar para renovar su compromiso con quienes sufren las consecuencias de la pobreza. Pero, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para contribuir a esta causa?

Las cifras que nos aportan las organizaciones internacionales nos dicen que en el año 2030 habrá cerca de 600 millones de personas que vivan en la pobreza extrema. Cifras muy alejadas de los objetivos que el mundo se planteó conseguir en el año 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

La erradicación de la pobreza no requiere esperar a que seamos multimillonarios ni depender de la suerte de que nos toque un pellizco en la lotería. Cada pequeña acción cuenta, y todos podemos hacer algo. Desde donaciones económicas hasta el voluntariado, nuestra contribución pueden hacer que un proyecto pueda mantenerse, aunque no lo creamos.

Un ejemplo inspirador es el de un amigo recién jubilado que, lleno de entusiasmo, ha decidido dedicar parte de su tiempo a ayudar en el Banco de Alimentos. Durante dos días a la semana, se convierte en un pilar de apoyo para aquellos que más lo necesitan. O el caso de otra compañera que dedica su tiempo a colaborar con Cáritas parroquiales de mi barrio, en la mejora de sus vecinos más cercanos. Este tipo de compromiso, que antes les resultaba difícil por su trabajo, ahora se ha convertido en una fuente de satisfacción personal.

Además, existen numerosas asociaciones y organizaciones no gubernamentales que están trabajando incansablemente para erradicar la pobreza en España y en el mundo. Cada uno de nosotros puede buscar la forma de involucrarse, ya sea a través de donaciones, campañas de sensibilización o simplemente compartiendo información sobre estas iniciativas.

Uno de esos proyectos es  "Educación para Todos" que se implementa en San Juan, un distrito rural de Perú con altas tasas de pobreza y analfabetismo. Su objetivo es mejorar el acceso y la calidad de la educación para niños y adolescentes, promoviendo la inclusión y la equidad. 

En España, según el informe “Iluminando el Futuro”de Save The Children, 1 de cada 3 niños vive en riesgo de pobreza o exclusión social, y existen tasas de repetición, abandono, fracaso escolar y absentismo alarmantes. Según esta ONG uno de cada tres estudiantes a los 15 años ha repetido al menos una vez curso; alrededor del 30% de los estudiantes de secundaria no obtiene el graduado de la ESO y la tasa de abandono escolar temprano (23,5%) casi duplica a la media europea (12%). 

El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza no solo es una fecha para recordar; es una llamada a la acción. No podemos esperar a que sean los Gobiernos los que solucionen este grave problema. Si cada uno de nosotros aporta un poco de tiempo, dinero o esfuerzo, podemos contribuir a transformar la realidad de aquellos que se enfrentan cada día a la pobreza en nuestro entorno más cercano. La solidaridad comienza con pequeños pasos, y juntos podemos construir un futuro más justo y equitativo. 

Concluyo con esta frase de Malala Yousafzai: "Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo." Una cita que subraya el poder transformador de la educación en la lucha contra la pobreza y la construcción de un futuro mejor. 


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