Por Esteban G. Santana Cabrera |
Ya decía Platón que difícilmente había conocido alguna vez a un matemático que fuera capaz de razonar. ¿No es esto una contradicción? ¿Por qué afirmaba esto Platón?
Según consta en el Currículo de Primaria, “la finalidad de la asignatura de Matemáticas es desarrollar las capacidades de razonamiento, abstracción, análisis, síntesis, inducción o deducción, etc., que ayudan a ordenar y estructurar la información, a encontrar semejanzas y diferencias, a argumentar con rigor y precisión al proponer retos a la inteligencia, ofreciendo oportunidades para la investigación, poniendo a prueba la imaginación y la creatividad, y planteando situaciones en las que el alumnado tenga que comunicar coherentemente las ideas y tomar decisiones de forma crítica. Además, integran aspectos como el dominio del espacio, el tiempo, la proporción, la optimización de recursos, el análisis de la incertidumbre o el manejo de la tecnología digital. Cobran especial interés elementos relacionados con el manejo de datos e información y el pensamiento computacional, que proporcionan instrumentos eficaces para entender problemas sociales, económicos, científicos, ambientales, etc., y para evaluar posibles vías de solución, tanto en entornos cercanos como más globalizados. En definitiva, se erigen como un saber instrumental indispensable en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas 2015 y la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible 2030”.
Leyendo esto, me estoy dando cuenta de que algo estaremos haciendo mal, y me incluyo, o no concuerda con lo que dice el Currículo. Porque las Matemáticas en muchas ocasiones se convierten en nuestras aulas en la asignatura “hueso”y que año tras año se le vuelve a nuestro alumnado más cuesta arriba, y ahí están las estadística y las pruebas PISA. Normalmente enseñamos Matemáticas tal y como nos la enseñaron a nosotros, de manera tradicional: el profesor explica, hace la demostración y el alumnado repite ejercicios de manera automática. Eso sí, en los últimos tiempos introduciendo alguna herramienta digital que lo que hace es más que poner en realce esta misma metodología de la repetición y el aprendizaje por “cansancio” y “aburrimiento”. Sin saber ni por qué aprendo ese contenido o procedimiento, ni para qué sirve y si algún día lo necesitaré para la vida diaria. Esto hace coger valor la frase de Nicolás Copérnico “Las matemáticas están escritas para matemáticos”… y no para el resto de ciudadanos del mundo.
Muchos niños de mi generación fuimos víctimas de este sistema y llegamos a “odiar” las Matemáticas y a no llegar descubrir su utilidad, porque lo único que hicieron mis maestros fue centrarse en la enseñanza del lenguaje simbólico-matemático. Pero lo más triste es que me convertí en maestro y me dediqué a “repetir” ese modelo entre mis alumnos en la Educación Primaria sin apenas poner los cimientos para construir los fundamentos del razonamiento lógico-matemático en los niños y las niñas de mi clase, incumpliendo su función formativa, no contribuyendo al desarrollo cognitivo, ni al instrumental, ni permitiendo posteriores aprendizajes tanto de Matemáticas como de otras asignaturas e imposibilitando la comprensión y resolución de problemas de la vida cotidiana.
En el artículo Educación y didáctica de las matemáticas, el profesor Guy Brousseau Profesor emérito, IUFM2 d' Aquitaine, Francia, afirma que “en los inicios del siglo XXI vamos a abordar la educación matemática con recursos que aparentemente no tienen punto de comparación con aquellos que se han utilizado en el pasado. Sin embargo, en estas nuevas circunstancias, no es seguro que nuestros conocimientos y nuestras prácticas actuales nos garanticen una mejor regulación y una mejor eficacia en este dominio que las que se tuvieron a principios del siglo XX”.
Pero el profesor Brousseau llega a una serie de conclusiones en su estudio que me parecen muy interesantes: ...”Para educar a los poco más de dos mil millones de no adultos debe haber en el mundo alrededor de cincuenta millones de personas que se ocupan profesionalmente de su enseñanza y de su educación junto con unos cuatro mil millones de padres de familia... El número de creadores y de difusores de las ciencias y de las técnicas es probablemente muy inferior a un millón de personas. Si el objetivo de la didáctica es importante, su fuente no lo es menos.
Sin embargo el estudio científico de los fenómenos de la difusión de los saberes científicos, por su parte, no cuenta más que con un número muy restringido de investigadores dispersos en instituciones diferentes, a veces concurrentes, esparcidas en caminos de investigación divergentes. La debilidad de los medios de elaboración y de difusión de los conocimientos didácticos es manifiesta. No obstante, a pesar de ciertos vientos actuales que a veces soplan en la dirección contraria, la didáctica de las matemáticas no arrancó tan mal y progresa. Estoy convencido que entrará progresivamente en las prácticas científicas y sociales, y que va a contribuir a mejorar la educación de todos los niños”.
En conclusión, algo habrá que hacer para cambiar en nuestra manera de “impartir” las Matemáticas. No se puede dejar en manos de la buena voluntad del profesorado o de un proyecto educativo. Afortunadamente hay proyectos interesantísimos que nos acercan a esto que propone Brousseau. Por ejemplo, el trabajo por proyectos nos facilita este cambio ya que hace que el alumnado tenga un aprendizaje más significativo, partiendo de su entorno más cercano, cree su propio producto partiendo de sus intereses, en grupos de trabajo, de manera cooperativa, con roles definidos, investigando, fomentando el pensamiento, buscando información, seleccionándola y teniendo claro qué es lo que se quiere hacer, para luego comunicarlo. Desterrando el estudio de las Matemáticas como algo indvidual y memorístico y pasando a ser el verdadero protagonista de su aprendizaje matemático. Ya lo decía Galileo Galilei: “La naturaleza está escrita en lenguaje matemático”. Dicho queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario