lunes, 24 de febrero de 2025

Los niños "burbuja"

Por Esteban G. Santana Cabrera 

En las últimas décadas, hemos sido testigos de un cambio drástico en la sociedad. La hiperprotección parental ha dado lugar a una generación de "niños burbuja", pequeños que apenas experimentan la libertad y la autonomía que caracterizaba a la infancia de antaño.

Si echamos la vista atrás, recordamos nuestra niñez como un tiempo de juegos al aire libre, de relaciones sociales espontáneas y de una independencia progresiva que nos permitió madurar. Nuestros padres no sentían la necesidad de supervisarnos en todo momento; confiaban en nuestra capacidad de aprender de nuestros errores y de desenvolvernos en el mundo sin estar vigilándonos constantemente. Hoy, en contraste, los niños pasan gran parte de su tiempo en casa, absorbidos por pantallas, con agendas sobrecargadas de actividades estructuradas y una dependencia excesiva de la presencia parental.

Este fenómeno responde a múltiples factores, entre ellos, el miedo de los padres a los peligros del mundo exterior, la sobreinformación mediática que refuerza estos temores y la comodidad que ofrecen las tecnologías digitales para entretener a los niños sin que salgan de casa. Sin embargo, esta sobreprotección tiene consecuencias preocupantes: los niños desarrollan menores habilidades sociales, presentan mayores niveles de ansiedad y tienen menos capacidad para enfrentarse a los problemas por sí mismos.

Y esto es un sentir generalizado en nuestra sociedad. Investigaciones en psicología infantil han demostrado que los niños que no tienen oportunidades para jugar libremente y explorar el mundo de manera autónoma tienden a mostrar mayores niveles de estrés y menores habilidades de resolución de problemas. Un estudio de Gray (2011) sobre el impacto de la disminución del juego libre en la infancia señala que la falta de interacción espontánea entre niños puede estar contribuyendo al aumento de trastornos emocionales en las nuevas generaciones.

No se trata de volver a una época en la que los niños crecían sin supervisión ni apoyo, pero sí de encontrar un equilibrio. Como dice el refrán, "ni tanto ni tan calvo". Es fundamental permitir que los niños experimenten el mundo con mayor libertad, fomentando su independencia y sus habilidades sociales sin caer en la negligencia. 

Un modelo de educación en casa más equilibrado, que combine protección con autonomía, rico en valores, será clave para formar niños y niñas seguros, resilientes y preparados para enfrentarse a la vida.

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