lunes, 14 de agosto de 2017

Enseñar a pensar: 9 principios básicos

Fuente: INED21

Robert Swartz,

una mente inspiradora para todo docente

Como muchos de ustedes sabrán, la figura de Robert Swartz es una de las más relevantes, en la actualidad, en el mundo de la investigación y del desarrollo profesional de la enseñanza-aprendizaje.
Su trabajo ha desarrollado, durante más de tres décadas, un método que persigue «enseñar a pensar» –i.e.: ‘enseñar a pensar a los alumnos’–. Así es como sus investigaciones se han formalizado en un método propio, el Thinking Based Learning o TBL.
Para la Comunidad INED21 es un inmenso honor contar con su colaboración. Les invitamos, pues, a disfrutar con una de las más privilegiadas mentes de nuestro ámbito de trabajo, y a pensar desde su aguda percepción del hecho educativo. Robert Swartz, es, sin duda, una mente inspiradora para todo docente.

Por qué, cómo y dónde

mejorar el pensamiento1

Todo el mundo piensa. Pensar es una función natural de los seres humanos. No requiere más esfuerzo que el que reclama enseñar a caminar. Sin embargo, a lo largo de la historia, diversas figuras se han dedicado a cultivar el pensamiento.
Sócrates, Aristóteles, Francis Bacon y otros han
expuesto los principios del pensamiento
John Dewey, notable filósofo americano centrado en el campo de la educación, destacó la importancia delaprendizaje razonado.
En las últimas dos décadas, educadores, psicólogos y filósofos han dedicado sus esfuerzos a aumentar la presencia del aprendizaje basado en el pensamiento en las escuelas públicas.

¡Para ser algo tan natural como caminar,

el pensamiento parece acaparar mucha atención!

Dos preguntas nos surgen inmediatamente:

I

¿Por qué?

II

Si el pensamiento requiere atención, ¿qué tipo de atención debería ser?
La respuesta a la primera pregunta parece relativamente obvia. Aunque todo el mundo es capaz de pensar de una manera concreta, no siempre pensamos todo lo bien que podríamos para estudiar mejor; para tomar decisiones importantes en nuestra vida; para resolver problemas; para responder de forma creativa a determinadas circunstancias; para ejercitar nuestro juicio libre de prejuicios y sesgos;… en definitiva, para para ayudar a nuestros propios intereses y a los de los demás.
Así, es posible que no sea el hecho de pensar lo que llama nuestra atención sino el de mejorar la eficacia de nuestro pensamiento.
A lo largo de los últimos años, junto con D. Perkins,  he  sido parte de una corriente actual que ha dirigido sus esfuerzos a promover el desarrollo del pensamiento en las escuelas. Respondiendo a la segunda pregunta, ambos creemos que todos los estudiantes pueden aprender a pensar mejor de lo que ya lo hacen, incluso los niños de alta capacidad y aquellos con problemas de aprendizaje, o que muestran un ritmo más lento. Ambos hemos participado en investigaciones y en programas prácticos diseñados para ayudar a los estudiantes a pensar mejor.
En este, y en próximos artículos de esta revista, trataremos de condensar los 9 principios básicos que deben guiar la práctica de enseñar a pensar mejor.

Principio básico 1

Por qué mejorar el pensamiento: Algunos patrones desafortunados

Si todo el mundo piensa ¿por qué debemos enseñar a pensar? Como ya hemos indicado, debemos enseñar a pensar porque no todos pensamos tan bien como deberíamos. Nuestra experiencia diaria nos ofrece abundantes evidencias. Los discursos políticos muestran infinitos ejemplos de un razonamiento corto de miras.
Muchos maestros y profesores notan que sus alumnos no razonan de forma cuidadosa sobre lo que escuchan en las aulas o leen en los libros de texto. En sus trabajos orales o escritos rara vez muestran un pensamiento crítico o creativo sobre los temas que están manejando. Las evaluaciones, como la realizada por la «Evaluación Nacional del Progreso Educativo» (NAEP) y otros programas, respaldan estas impresiones de los profesores.
También muchos de nosotros vemos amigos o compañeros que toman decisiones que parecen poco meditadas o apresuradas, y que parecen estrechas o sesgadasii desde una perspectiva basada en la investigación sobre las deficiencias en el pensamiento.
Por supuesto que la prueba de un pensamiento poco efectivo suele ser más visible en los demás que en nosotros mismos,por ello aquí os mostramos un ejercicio que suele revelarnos algunas de nuestras deficienciasiii:
Piensa en 3 o 4 decisiones que hayas tomado en las últimas semanas y que no hayan sido acertadas. Casi todo el mundo tiene una respuesta para esta pregunta. Ahora revisa cada una de esas decisiones, y pregúntate: ¿Qué fue mal? ¿Podría haber hecho algo antes de tomar esta decisión que podría haber supuesto alguna mejora?
Algunas veces la respuesta puede ser «¡no!, lo hiciste lo mejor que pudiste, pero las circunstancias no acompañaron». En otras ocasiones, sin embargo, es probable que descubras que podrías haberlo hecho mejor. O que podrías haber examinado, de forma más completa y cuidadosa, las distintas opciones.
Al final del texto mostramos una útil infografía2 que resume los vicios habituales del pensamiento humano en cuatro valores básicos. Se trata de vicios de pensamiento en los que caemos de forma automática a menos que hagamos un esfuerzo consciente por actuar de forma distinta.

Apresurado

Llegamos a conclusiones y reaccionamos sin prestar la suficiente reflexión o atención a los estándares de un buen juicio.
Quizá no te tomaste el suficiente tiempo para considerar algunas decisiones que has tomado recientemente.

Estrecho de miras

Nuestro pensamiento está lleno de prejuicios. A menudo, no consideramos otros puntos de vista, evidencias en contra, escenarios alternativos de referencia y puntos de vista, opciones más imaginativas, etc.
Por ejemplo, quizá no hiciste una búsqueda lo suficientemente amplia de las opciones posibles en alguna de tus decisiones recientes y te perdiste la mejor opción.

Vago

Nuestras ideas no son claras, diferenciadas o agudas. Todo es bastante confuso.
Quizá no tuviste en cuenta tus prioridades de forma concienzuda en tu última decisión. Y como fuiste vago a la hora de definir lo que realmente era importante para ti, tomaste una mala decisión.

Enmarañado

Nuestro pensamiento es desorganizado, disperso. No se concreta. Quizá te enfrentaste a una decisión compleja recientemente, y te sentiste perdido en el laberinto de las circunstancias.
Finalmente, en tu desesperación, simplemente tomaste una decisión cualquiera, hiciste algo, desafortunadamente, no lo más adecuado.
¿Por qué es tan común para el Homo Sapiens caer en los vicios de un pensamiento apresurado, estrecho de miras, vago y difuso? Después de todo… ¡se supone que somos inteligentes!
La respuesta subyace en la complejidad de la psicología humanaVeamos algunos factores:

Alta recompensa que recibe el pensamiento reflejo y automático frente a un pensamiento más profundo.

Para la mayor parte de actividades de nuestro día a día, las respuestas reflejo son válidas. Hacen el trabajo rápido y nos ahorran tiempo y esfuerzo. Pero cuando los problemas y las decisiones requieren mayor profundidad, nuestra mente a menudo también ofrece una respuesta reflejo por defecto.
Por definición, una respuesta reflejo es apresurada y también tiende a ser de miras estrechas, basada en la convención y la experiencia pasada, en lugar de en la exploración imaginativa e imparcial.

El sensible ego humano.

A menudo, nos encontramos revestidos de un determinado punto de vista o identidad de grupo. Es difícil pensar de una forma más abierta y ver los temas desde otra perspectiva sin sentir amenazadas nuestra imagen y auto-confianza.

La verdadera complejidad del mundo.

Muchas distinciones son sutiles (entre el peso y la masa en física por ejemplo). Muchas prioridades son dudosas (¿qué prefiero de verdad, X ó Y?). Otras situaciones son laberínticas (Si hago A, él quizá haga B, C ó D. Si hace B, yo debería hacer…). A menos que trabajemos duro y de forma sistemática por aclarar las diferencias y permanecer bien orientados, el pensamiento tiende a volverse vago y enmarañado.
Todo lo anterior supone, por un lado, una buena noticia y , por otro, una mala.
La mala noticia es que nuestra mente se inclina hacia un tipo de pensamiento por debajo del ideal. En muchas ocasiones tiende a generar un pensamiento apresurado, estrecho de miras, vago y enmarañado.
La buena noticia es que todo lo anterior convierte la meta de trabajar para desarrollar un mejor pensamiento en algo totalmente adecuado y necesario.
Así, en un primer paso, podemos asegurar que mejorar el pensamiento no es algo técnico o académico, sino darle más tiempo a nuestro pensamiento, ampliar nuestras miras, y practicar un pensamiento más cuidadoso, preciso y sistemático. Mejorar el pensamiento consiste en mejorar nuestros procesos diarios de pensamiento.

Conclusión

¿Por qué mejorar nuestro pensamiento?

Porque, por defecto, el pensamiento humano tiende a ser apresurado, estrecho de miras, vago y enmarañado y porque es posible mejorarlo sin necesidad de recursos técnicos  de ningún tipo.
AUTORES: Robert Swartz y David Perkins

Notas del editor
Traducción y adaptación para INED21: Paulina Bánfalvi Kam @aacclarebelion3 y José Blas García Pérez @jblasgarcia
1 Este artículo es una adaptación de otro inicialmente publicado en Si la mente importa. Un preámbulo del futuro, Volumen 2, editado por Artur L.Costa, James Bellanca, Robin Fogarty bajo el título The Nine Basics of Teaching Thinking  y firmado por los autores David Perkins y Robert Swartz.
2 Nota del editor.

Citas Bibliográficas
ii Perkins, D. N., & Salomon, G. (1988). Teaching for transferEducational Leadership, 46 (1), 22-32.
iii Swartz, R., & Parks, S. (1992). Infusing critical and creative thinking into elementary instruction: A lesson design handbook.

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