Fuente: aulaplaneta
El ritmo de la sociedad cada vez es más frenético. De un lado para otro sin parar, parece que el “no hacer nada” esté muy mal visto y poco valorado. Además, esta concepción negativa se transmite de padres a hijos. Así pues, los más pequeños de la casa acaban siendo, también, los que tienen las agendas más complicadas. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, España es el quinto país que más deberes pone a sus alumnos y, por si esto fuera poco, muchos padres insisten en sobrecargar a los niños de actividades extraescolares. Últimamente, tiempo libre se asocia a tiempo perdido, cuando siempre se ha dicho que “aburrirse es muy sano”.
“Me aburro, ¿qué hago?”, todos habremos oído, e incluso pronunciado, alguna vez esta frase. Uno de los problemas de las recientes generaciones, es la tendencia por la inmediatez, por la superficialidad y la rapidez fomentada por las nuevas tecnologías. Responder directamente a esa pregunta u ofrecer una gratificación instantánea le hace un flaco favor al niño. Mantenerle siempre ocupado acaba con cualquier atisbo de originalidad e imaginación. Aburrirse estimula la creatividad, en cambio, estar siempre ocupado la aniquila. Esta es a la conclusión a la que han llegado diversos estudios en los últimos años.
Tener momentos de aburrimiento momentáneo durante la semana, empuja al niño a usar sus propios recursos para entretenerse. Por tanto, no es tan solo tiempo dedicado a fomentar la creatividad, también le ayuda a conectar con uno mismo y a reflexionar. Si se habitúan a meditar desde pequeños, hará que en un futuro sean más flexibles cognitivamente, más tolerantes, más imaginativos, y por tanto más resolutivos. Permanecer ociosos durante los primeros años de vida, permite desarrollar las habilidades necesarias para “valernos por nosotros mismos”. Además, todos estos recursos son herramientas para generar el pensamiento libre y crítico.
Desarrollar la creatividad: un proceso largo
Por supuesto, este proceso de maduración no es breve. Aquí no se puede ir con prisa. La creatividad necesita tiempo y paciencia, es algo que se debe entrenar hasta que se convierta en un hábito. Relacionar la creatividad, única y exclusivamente, con el arte o los inventos es un error. La creatividad también es la manera que tenemos los seres racionales de solucionar los problemas o las encrucijadas que nos encontramos en la vida. Por tanto, juega un papel muy importante en nuestra rutina, no es algo elitista ni está reservado a tan sólo unos afortunados. El cerebro está siempre funcionando, siempre está trabajando para encontrar respuestas.
No es negativo que los niños jueguen con dispositivos móviles, pero sí cuando les quita tiempo para otras actividades, y por supuesto cuando les absorben por completo. Es fundamental que durante su crecimiento, los padres enseñen a sus hijos, de forma progresiva y natural, a relacionarse con el ambiente que les rodea a partir de actividades y juegos que fomenten la creatividad. Hay que darles las herramientas para que aprendan, teniendo en cuenta su edad y capacidad, a explotar las posibilidades que les ofrece su entorno. Si un niño se aburre y nadie le dice qué hacer, él mismo acabará dando con una forma de entretenerse. Los adultos deben ser conscientes de que aburrirse desarrolla la autonomía personal, el pensamiento propio y la imaginación, habilidades muy útiles para el futuro de los jóvenes.
Y tú, ¿cómo estimulas la creatividad de tus hijos? ¿Ya dejas que se aburran? Cuéntanos qué haces cuando tus hijos te dicen “¡Me aburro!”. Si te ha gustado el artículo, puedes compartirlo en tus redes sociales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario