Por Esteban G. Santana Cabrera |
Cuando llega el periodo escolar a muchos padres de gemelos o mellizos se les plantea la misma cuestión: ¿Juntos o separados en el cole? Hay muchos estudios, sobre todo americanos, a favor y en contra, que hablan sobre la conveniencia o no de no separar a los hermanos que han nacido juntos, ya sean gemelos, mellizos, trillizos, etc. Ser gemelo, y lo hablo por vivirlo en mis propias carnes, es una experiencia muy positiva. No tengo ningún recuerdo infantil o juvenil que no fuera con mi hermano gemelo. Nuestra relación, desde pequeños, siempre ha sido de complicidad, cercanía, diálogo y confianza. No hubiese entendido si nuestros profesores nos hubieran separado para ir al cole a aprender cosas para la vida, que es para lo que realmente se debe ir al colegio.
Luciano y yo fuimos al colegio de la Señorita Chita con apenas tres años, y allí en la escuela-cueva de
La Montañeta de Tamaraceite , aprendimos a leer y escribir, a estar sentados en clase y a jugar, pero sobre todo a “acompañarnos” en un proceso, el educativo, en el que hay luces y sombras y todos podríamos poner multitud de ejemplos sobre ello. Nuestra vida escolar, juntos, fue sobre ruedas hasta 7º de EGB, lo que ahora es 1º de ESO, cuando me di cuenta que para qué estudiar si ya lo hacía mi hermano. Comenzó una etapa de varios años en la que él estudiaba y yo me aprovechaba. Buscaba recursos por donde no los había para copiarme y salir bien parado de los exámenes o las pruebas de los maestros. Les confieso, que mi hermano, que es un “máquina”, me sacó de más de un atolladero y fui escapando hasta que llegó lo que tenía que llegar, repetir curso. Aprendí de sopetón que por la vida no se puede ir “de gorra” y las notas había que ganárselas. Y aprendí, vaya que aprendí. Para mí la separación en 2º de BUP fue muy dolorosa, tener a tu gemelo en un curso superior y que todo el profesorado te comparara era muy duro para mí. Pero fui encajándolo más o menos bien los primeros meses hasta que me dije, yo también puedo. Y así fue. Empecé a volar solo, aunque siempre tenía el apoyo de mi hermano fuera del aula. El siguiente año aprobé todas las asignaturas y nunca más repetí curso alguno, llegando a terminar dos carreras universitarias.
La Montañeta de Tamaraceite , aprendimos a leer y escribir, a estar sentados en clase y a jugar, pero sobre todo a “acompañarnos” en un proceso, el educativo, en el que hay luces y sombras y todos podríamos poner multitud de ejemplos sobre ello. Nuestra vida escolar, juntos, fue sobre ruedas hasta 7º de EGB, lo que ahora es 1º de ESO, cuando me di cuenta que para qué estudiar si ya lo hacía mi hermano. Comenzó una etapa de varios años en la que él estudiaba y yo me aprovechaba. Buscaba recursos por donde no los había para copiarme y salir bien parado de los exámenes o las pruebas de los maestros. Les confieso, que mi hermano, que es un “máquina”, me sacó de más de un atolladero y fui escapando hasta que llegó lo que tenía que llegar, repetir curso. Aprendí de sopetón que por la vida no se puede ir “de gorra” y las notas había que ganárselas. Y aprendí, vaya que aprendí. Para mí la separación en 2º de BUP fue muy dolorosa, tener a tu gemelo en un curso superior y que todo el profesorado te comparara era muy duro para mí. Pero fui encajándolo más o menos bien los primeros meses hasta que me dije, yo también puedo. Y así fue. Empecé a volar solo, aunque siempre tenía el apoyo de mi hermano fuera del aula. El siguiente año aprobé todas las asignaturas y nunca más repetí curso alguno, llegando a terminar dos carreras universitarias.
Pero llega la gran cuestión: ¿qué dice la normativa? La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, para la Mejora de la Calidad Educativa, establece en el Capítulo I como principios del sistema educativo «La calidad de la educación para todo el alumnado,independientemente de sus condiciones y circunstancias” y “ la equidad, que garantice la igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo de la personalidad a través de la educación, la inclusión educativa, la igualdad de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación y la accesibilidad universal a la educación, y que actúe como elemento compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales, con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad».
Yo no sé ustedes pero, veo claramente como estos principios se refieren sin lugar a dudas a cualquier persona, independientemente del lugar donde haya nacido o con quién haya venido al mundo. Si los padres, que son los mejores que conocen a sus hijos, sobre todo en esta etapa de infantil en la que acceden a la etapa escolar, piensan que es mejor que los gemelos estén juntos en clase, ¿por qué esto no se respeta? ¿Por qué pesa más la “organización” o las “normas particulares” del centro o del equipo directivo que la opinión de los padres?
A mi modo de ver es discriminatorio separarlos por la única razón de haber nacido juntos. Otro caso sería que se demostrara que les conviene por razones pedagógicas debidamente argumentadas. Debe haber un consenso sobre todo en infantil, ya que ni el centro ni el profesorado conoce a los niños, por lo que la decisión de los padres debe ser básica y a mi modo de ver tomada muy en cuenta a la hora de acceder a la escuela. Seguro que nadie se plantearía separar a dos niños por el mero hecho de que sean amiguitos desde la guardería. ¿Y por qué sí se puede con los gemelos? No hay razones científicas ni legislación que lo sustente, al contrario, los estudios que avalan la separación no tiene en muchos casos “sustento” científico.
Si me preguntan a mí, por experiencia como gemelo, padre y docente, y si no hay razones pedagógicas o psicológicas que lo avalen, diría que se cumpla la frase "lo que Dios ha unido al nacer, que no haya director o centro que lo separe". La escuela es la que debe poner los medios para que este alumnado que nació el mismo día y de la misma madre, alcance el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional y que corresponde a las misma asegurar los recursos necesarios, y si el recurso es la misma aula, pues la misma aula, tampoco se pide más. Porque como dice la propia ley, los centros se deben preocupar entre otras cosas por la facilitación del tránsito eficaz de las distintas etapas educativas, con el fin de evitar fragmentaciones, proponiendo para ello una continuidad y tratamiento vertical, compartiendo criterios y acercando posturas. ¡Más claro imposible!
No hay comentarios:
Publicar un comentario