Por Esteban G. Santana Cabrera |
Este tercer trimestre es un periodo en el que los centros y sus docentes preparan cuidadosamente, y me consta, el paso del alumnado de una etapa educativa a otra. Desde hace tres años la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias a través del Programa Infancia viene trabajando para que la transición del alumnado de Infantil a Primaria sea la más adecuada, procurando que en los centros haya una buena coordinación entre el profesorado de ambas etapas, con coherencia curricular, fortaleciendo y consolidando los aprendizajes a través de la continuidad metodológica, creando las condiciones apropiadas para que el clima del aula sea el idóneo, que el tránsito de una a otra facilite el proceso de integración del alumnado y por último intentando llegar a acuerdos y decisiones que se concreten en la PGA en medidas que garanticen dicha coordinación a través de un Plan de Transición.
En todo proceso de transición interetapas, y más si cabe el de Infantil-Primaria, lo que siempre debe preocuparnos es el bien del alumnado, que se encuentre feliz en su aula-grupo. Por ello los cambios en esta transición deben ser mínimos y lo que debe primar por encima de la organización del colegio, del interés del profesorado o la comodidad de los padres, es el alumno, que tenga un ambiente de aprendizaje adecuado, que se encuentre feliz, que quiera asistir al cole cada día. Los niños cambian de docente, cambian de espacios (aula, patio, comedor,...), cambian las rutinas, los recursos, los tiempos, la implicación de las familias,... muchos cambios en sus pequeñas cabecitas al llegar a Primaria cuando, apenas dos meses antes, su ritmo escolar era otro totalmente distinto.
Hay varios estudios que argumentan esta propuesta como el realizado en Inglaterra por Bulkeley y Fabian (2006) que analiza la transición efectuada por los niños desde los 5 a los 6 años, recogiendo la perspectiva de maestros, familias y pequeños, y donde se pone especial énfasis en la importancia de una buena comunicación entre todos ellos para favorecer el bienestar emocional del niño. Los trabajos realizados en Australia por Dockett y Perry (2001) y por Margetts (2007) desde la perspectiva del niño, también inciden en que su bienestar emocional y su seguridad se pueden fomentar si éste proceso de transición es adecuado a los intereses del niño. Y en la misma línea podemos referir los trabajos de Nielsen y Griebel (2001) que, desarrollados en el ámbito alemán y centrados en la transición del kindergarten a la escuela, afirman que podemos promover el bienestar afectivo y social del niño ayudándoles en este proceso, y una manera de ayudarles es haciéndoles sufrir lo menos posible.
Para que el proceso de transición del alumnado de Infantil a Primaria sea efectivo habría que implicar a todas las partes. En primer lugar preguntar a los más pequeños sobre sus gustos y preferencias, en qué espacios y con quién se encuentra más a gusto. En segundo lugar preguntarle al profesorado, tanto a los de Primaria como a los de Infantil que conocen de cerca al grupo y a las individualidades y son ellos especialmente los que podrán dar las pistas necesarias para que no haya un abismo entre las dos etapas. Por último habría que implicar y preguntar a las familias, saber cómo se siente su hijo en el grupo es una pista esencial para el diseño de un buen proceso de transición, progresivo y sin rupturas. Preparar un buen ambiente de aprendizaje es tarea de todas y todos. No dejemos la responsabilidad solo a una de las partes porque el futuro de nuestra sociedad está en juego.
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