Por: César Bona
"Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes". Eso le dice a su hijo el personaje que encarna Will Smith en En busca de la felicidad.
Muchas veces sucede que los maestros (y los padres) no somos conscientes del peso que puede llegar a tener una frase que digamos a los niños o adolescentes. "Sois la peor clase". "Eres un vago". "Eres un desastre". "Nunca vas a aprender"... Estas expresiones jamás harán que los niños mejoren. Jamás. Habrá palabras que se queden como huella imborrable en sus cabezas y que pueden marcarles para siempre.
Hagamos un viaje hacia adentro. Reflexionemos sobre el poder de nuestras palabras y el bien o el daño que pueden hacer a los demás, especialmente a los niños. Bastará, seguro, con que imaginemos que esas expresiones nos las dicen a nosotros. ¡Cómo duelen!
¿Sabéis qué me gustaría que mis alumnos recordasen de mí? No que aprendieron mucha lengua o mucho inglés. Eso, queramos o no, lo harán con el tiempo. Me gustaría que dijeran: "Me invitó a intentarlo siempre". "Me animó a superarme cada día". "Confió en mí". "Siempre me escuchó con interés". "Hizo que tuviera ganas de aprender cosas".
Dejemos una huella indeleble en nuestros alumnos, hagamos que nos recuerden por cómo les tratamos y no olvidemos nunca que, después de sus padres, somos sus modelos. No seamos maestra de Inglés, maestro de Lengua, profesor de Ciencias... Sintámonos maestros para la vida. Nos pese o no esa responsabilidad, es lo que somos.
¿Sabéis qué me gustaría que mis alumnos recordasen de mí? No que aprendieron mucha lengua o mucho inglés. Eso, queramos o no, lo harán con el tiempo. Me gustaría que dijeran: "Me invitó a intentarlo siempre". "Me animó a superarme cada día". "Confió en mí". "Siempre me escuchó con interés". "Hizo que tuviera ganas de aprender cosas".
Dejemos una huella indeleble en nuestros alumnos, hagamos que nos recuerden por cómo les tratamos y no olvidemos nunca que, después de sus padres, somos sus modelos. No seamos maestra de Inglés, maestro de Lengua, profesor de Ciencias... Sintámonos maestros para la vida. Nos pese o no esa responsabilidad, es lo que somos.
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