jueves, 24 de agosto de 2023

Tu libertad termina donde comienza la mía

Por Esteban G. Santana Cabrera  


Estamos viviendo una época en la que la intimidad casi no existe. Todo se airea a través de las redes sociales, revistas del corazón, programas de prensa amarilla,… Tenemos un gran interés por poner en las redes sociales dónde estamos de vacaciones, en el restaurante en el que estamos comiendo o cómo celebramos nuestro cumpleaños o aniversario de boda. Incluso algunas personas yendo hasta más allá de lo “éticamente correcto”.

Cada uno es libre de hacer con su vida lo que le venga en gana, pero siempre respetando la libertad de los demás. Y esto es lo que no se hace últimamente ya que lo que prima en esta sociedad es tener más seguidores, conseguir más beneficios e incluso hacer daño de manera intencionada a los rivales, ya sea en el mundo de la política, del trabajo o del juego. Porque nuestra libertad de expresión acaba donde empieza la de los demás. La libertad es nuestro regalo más preciado, sin ella no somos nada. Por ello debemos conservarla y  cuidarla. Por eso, siempre que podamos deberíamos tener presente la frase: tu libertad termina donde empieza la mía.

A propósito de esto, la Liga Española de Fútbol (LaLiga EA Sports) anunció algunas novedades este año, aparte del cambio de espónsor y es que las retransmisiones televisivas de los partidos iban a ser “más cercanas a los protagonistas, al espectador”. Por ello ahora podemos ver y escuchar a los entrenadores dando instrucciones en directo a los jugadores en el propio vestuario e incluso podemos ver cómo se visten los jugadores o qué rituales utilizan antes de salir al campo.

Esto, que lo han vendido a bombo y platillo no ha sido plato de buen gusto para todos los jugadores y entrenadores, aunque muchos espectadores dirán que para eso les pagan. No señores, no nos equivoquemos, una cosa es jugar al fútbol y otra bien distinta es abrir las intimidades para que todo el mundo las pueda ver. Yo me pregunto: ¿se le ha preguntado a los jugadores si están de acuerdo con esta medida? ¿realmente lo que se está viendo es la realidad o al saber que están delante de una cámara las cosas cambian? ¿Por qué se crucifica al Real Madrid por no entrar en esta dinámica de vender el “interior” del vestuario a cambio de un buen puñado de dinero?

El derecho a la intimidad está contemplado en la Constitución Española, concretamente en el Título 1 de los Derechos y deberes fundamentales, Capítulo Segundo (Derechos y libertades), Sección 1, artículo 18.1, donde se establece que: “Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”. También viene reconocido en la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.

Un derecho a la intimidad personal que se ve vulnerado por intereses económicos y que hacen que las retransmisiones deportivas se conviertan más en programas de cotilleos que de poner en valor el deporte en sí. Y esto viene a colación de un hecho que ocurrió en la primera jornada de Liga en la que las cámaras se adentraron en el vestuario del Athletic Club de Bilbao y les pillaron rezando un Padre Nuestro. ¿Por qué tanto revuelo? ¿Porque ya no está de moda rezar? ¿O que esas prácticas ya no son tan actuales? Pues un hecho que ha ido en contra de la propia Constitución, concretamente al punto 16.1 donde se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.

Quiero terminar con la opinión de uno de esos jugadores de ese vestuario del que les comentaba, Unai Simón, que hizo las siguientes declaraciones y creo que son un buen cierre a esta polémica que se ha desatado últimamente:

“¡Mi intimidad! Vivimos en un mundo en el que estamos muy expuestos. Todo el mundo sabe qué hacemos, dónde estamos, qué nos gusta... Yo, por cómo me han educado y cómo soy, no me gustan esas cosas. Guardo mucho mi intimidad, mi vida privada”.

Dicho queda.


jueves, 3 de agosto de 2023

Cuidemos la Salud Mental del Profesorado

Por Esteban G. Santana Cabrera  
Llevo treinta años ininterrumpidos en el aula y tengo que decir que me encanta mi profesión. Me pagan por hacer algo que me gusta y eso no lo pueden decir muchos trabajadores hoy en día. Me consta que también dentro de mi profesión docente, hay muchos compañeros y compañeras que no están a gusto desempeñando docencia, siempre quejándose por todo, viendo todo negativo y pensando más en marcharse que en llegar a clase. Afortunadamente son los menos. No obstante, aunque tengamos vocación, la presión constante a la que vivimos sometidos día a día es muy grande.
Porque no solo consiste en impartir un currículo sino tratar de captar la atención de nuestro alumnado para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea exitoso. El alumnado del S XXI no es igual que el de siglos anteriores, ni casi el de cuando yo estudiaba. El profesorado tiene que estar preparado no solo a nivel intelectual y metodológico sino a nivel emocional. Debe tener herramientas para entrar en el aula, que desgraciadamente no se exigen a la hora de pasar unas oposiciones, donde se siguen primando más los contenidos que el cómo enseñar esos contenidos.

Y luego nos encontramos en los centros educativos  profesorado quemado, continuamente de baja y así un año tras otro. El síndrome de burnout o síndrome del quemado por el trabajo, es una de las consecuencias psicoemocionales más reseñadas en la literatura científica, en la que se resalta la manifestación de múltiples condiciones sintomáticas resumidas en tres grandes dimensiones del problema: agotamiento emocional , despersonalización y baja realización profesional,  según recoge el estudio Burnout y problemas de salud mental en docentes: diferencias relacionadas con aspectos demográficos y sociolaborales realizado por los doctores Alled Damela Marenco-Escuderos y José Hernando Ávila-Toscano. Podemos observar en este estudio que las consecuencias no solo derivan en desmotivación laboral sino que va mucho más allá, llegando a afectar a lo personal en la mayoría de las ocasiones.

Pero realmente, ¿alguien se ha preocupado hasta ahora de la salud mental del profesorado? En mis treinta años de experiencia he pasado diversos controles médicos que se han centrado más en resultados que en el cómo estamos y cómo nos encontramos en el trabajo. No existe esta figura en el ámbito educativo, aunque en los centros tengamos a psicólogos o psico-pedagogos, pero que están tan o más estresados que el resto del profesorado porque su función se limita en muchos casos a realizar informes a destajo del cada vez más alto número de alumnos con necesidades educativas. 

El informe que realizó el Servicio del Defensor del Profesorado del sindicato ANPE, ya alertó hace unos años del aumento de la depresión y el estrés entre los docentes, lo que llevaba al aumento de las bajas laborales. En ese estudio el 80% de los docentes han sufrido ansiedad y/o depresión. El 50% de los docentes causan baja médica. El 60% ha necesitado asesoramiento jurídico. Unas cifras escalofriantes si caemos en la cuenta que estos profesionales están tratando con niños y adolescentes y no con papeles o ladrillos.

En el estudio Context of mental health in university teachers. A contribution to public health publicado por los docentes Diana Janeth Villamizar C., Sandra Licette Padilla S. y Olga Mariela Mogollón apunta a la necesidad de trabajar en la prevención de riesgos personales y colectivos teniendo en cuenta varios niveles, el tratamiento de casos particulares, la promoción y prevención en general y el acrecentamiento de sus fortalezas en aspectos mentales; el ambiente laboral, roles asumidos, espacios vitales desde la pareja, la familia, los pares y el desarrollo de la calidad de vida, donde los docentes perciben la necesidad de crear programas y políticas institucionales que acompañen este proceso. 

De este estudio destaco la última parte, la necesidad de crear programas y políticas institucionales que traten esta problemática que a ninguna Consejería le ha gustado afrontar porque estarían tirando piedras sobre su mismo tejado y dejaría a los políticos con la cara sonrojada ante la sociedad.

Desde estas líneas hago un llamamiento a los nuevos gestores de la Consejería de Educación a que se preocupen más de sus trabajadores, docentes y personal no docente, porque un personal motivado y con una salud mental equilibrada podría hacer que fuera mucho más fácil aumentar el éxito escolar. Porque el fracaso escolar no solo es culpa del alumnado desmotivado y de las familias despreocupadas, en muchos casos es por la deteriorada salud mental de nuestro profesorado y la falta de acompañamiento por profesionales en la salud mental.