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martes, 31 de marzo de 2015

Adaptaciones en la Evaluación

























A menudo decimos que un alumno o una alumna con necesidades específicas de apoyo educativo está siguiendo una adaptación curricular no significativa. Es decir, afirmamos con ello que estamos utilizando para dicho alumno o alumna formas diferentes de plantear el proceso de enseñanza (adaptaciones en la metodología) y/o en los procedimientos para la evaluación.
Sin embargo, es igualmente frecuente que estas adaptaciones en la evaluación no se materialicen y se ponga al alumno o la alumna la misma prueba que al resto de sus compañeros y compañeras. Es justo lo que sucede en la ilustración que hemos elegido para encabezar este post. Esta ilustración (cuya autoría desconozco, pero que utilizo constantemente) viene a reflejar lo que sucede en nuestras aulas con más frecuencia de la deseada: adecuamos la forma de enseñar, pero ponemos al alumno el mismo control quincenal que hacen sus compañeras y compañeros.
Adecuar la evaluación no es tan difícil. Basta con pensar un poco para darse cuenta de que podemos recurrir a sencillas adaptaciones que nos permitirán comprobar si un alumno o alumna está alcanzando los objetivos que nos planteamos o si ha adquirido el aprendizaje que realmente queremos evaluar.
A continuación veremos algunas adaptaciones. No pretendemos hacer una descripción minuciosa, sino, simplemente, abrir una puerta con sencillas recomendaciones que, cualquier docente puede ampliar, modificar y superar (sin ninguna duda). Veámoslas:

- Prueba oral en sustitución de prueba escrita: Piensen en un alumno o alumna que tenga, por ejemplo, una dificultad específica en el aprendizaje de la lectura y la escritura (un alumno o alumna con dislexia y/o disgrafía). Hacer que este alumno o alumna utilice la escritura como única forma de mostrar sus conocimientos, puede ser un elemento de estrés que no le permita demostrar lo que sabe. Para este alumno o alumna, es sencillo recurrir a una prueba oral para saber si, por ejemplo, se ha aprendido los nombres de los principales ríos de España. ¿No creen?

- Uso de un ordenador con procesador de textos: El mismo alumno o alumna del caso anterior, podría hacer un excelente control o examen escrito si utilizase un procesador de textos instalado en un ordenador. Claro, en este caso, el alumno o alumna podría ver señaladas las faltas de ortografía y podría corregirlas... ¿Está mal hacerlo? ¿Si el alumno está explicando la Revolución Francesa, no lo hará mejor si puede despreocuparse de un condicionante claro de sus resultados?

- Presentación segmentada de las pruebas escritas: El control para toda la clase consta de 10 preguntas que se presentan en un folio escrito por las dos caras, Piensen, por ejemplo, en un alumno o alumna que tenga un trastorno por déficit de atención (con o sin hiperactividad). Este alumno o alumna, puede haber aprendido justamente lo que se pretende que aprenda, pero, a la hora de hacer ese control, podría responder desordenadamente las preguntas, saltarse alguna o hacerse un tremendo lío ante un texto tan complejo para su forma de percibir la información. Para este alumno o alumna, puede ser una buena idea presentar el mismo control segmentado: le entregamos un folio por pregunta y se las vamos dando ordenadamente: haces la primera, la entregas y te doy la segunda... Y así sucesivamente.

- Ampliación del tiempo destinado a la realización de la prueba: a veces, un examen se convierte en una prueba a contrarreloj. Tenemos que demostrar, no solo que sabemos lo que nos preguntan, sino también que somos capaces de escribirlo en un tiempo determinado. ¿Es esto lo que queremos evaluar? O, por el contrario ¿queremos evaluar si el alumno o alumna ha adquirido los conocimientos que corresponden a una determinada unidad? Creo que la respuesta es evidente. En tal caso, ¿no podríamos ampliar el tiempo destinado a la realización de una prueba escrita para aquellos alumnos y alumnas que lo necesiten? Yo creo que sí.

Estas sencillas adaptaciones y todas las que se os ocurran tienen que ver únicamente con la forma de presentar los exámenes o controles. Pero, también podemos adaptar el contenido de las pruebas haciendo mínimas modificaciones para alumnos y alumnas que tengan un nivel de competencia curricular inferior al resto de compañeras y compañeros. Veamos algunos ejemplos:

- Reducción del nivel de abstracción de los textos: Supongamos que tenemos un alumno o una alumna sordos. El nivel de comprensión de textos abstractos es diferente al de sus compañeros y compañeras. Resultará fácil adaptar la prueba utilizando imágenes de apoyo o simplificando los textos que se utilicen para la formulación de las preguntas.

- Ayudas visuales: En estrecha relación con lo dicho en el párrafo anterior, se pueden utilizar apoyos visuales para ayudar a determinados alumnos y alumnas a entender qué se les pide en la pregunta (pictogramas de apoyo a las consignas) o de qué trata dicha pregunta (imágenes e ilustraciones explicativas).

- Selección de los aspectos más relevantes: Todos sabemos que hay aprendizajes que son esenciales y otros que resultan, por llamarlos de algún modo, accesorios. No resulta complicado hacer pruebas de evaluación exprofesopara determinados alumnos y alumnas con mayores dificultades, seleccionando solo aquellos aspectos que se consideren fundamentales.

Estas son algunas de las recomendaciones que podríamos tener en cuenta a la hora de diversificar las formas de evaluación. Y, si se fijan, ninguna de ellas depende de ningún recurso personal especializado diferente al profesorado ordinario. Todo ello, contando, por supuesto, con la realización de las clásicas pruebas de evaluación o exámenes (que es en lo que nos hemos centrado). Ni que decir tiene que, siempre será recomendable ir prescindiendo de este tipo de pruebas y recurrir a otras vías para la evaluación de los aprendizajes que se centren en el trabajo diario del alumno o la alumna. De este modo, herramientas como el portafolios, pueden ser una excelente opción para evaluar qué han aprendido (mejor dicho, qué están aprendiendo) nuestros alumnos y alumnas... Pero eso, lo dejaremos para otro día.

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Fuente: http://haciaunaescuelainclusiva.blogspot.com.es/


viernes, 5 de septiembre de 2014

Agrandando el aula: El poder de las clases inclusivas

Comencemos con una visión: Imagine que está planificando una cena con muchos invitados en su casa. ¿Cuáles son sus deseos y esperanzas?
 Quiere que todos sus invitados se sientan bienvenidos e incluidos.
 Desea ofrecer una comida rica y nutritiva para todos sus invitados. Y que sus invitados interactúen entre sí de una manera amigable y simpática.
Mientras piensa en su fiesta, cavila acerca de sus invitados y quiénes son. Su amiga Juana utiliza una silla de ruedas. Deberá pensar sobre el tema de la accesibilidad. Si ordena la comida al estilo buffet, ¿podrá tener el espacio suficiente como para dar la vuelta alrededor de la mesa?
Su amigo Carlos tiene intolerancia a la lactosa, deberá pensar sobre el menú de manera tal que tenga suficientes opciones para comer.
Su amigo Abdullah es musulmán y el cerdo no es una opción para él y Susana está haciendo una dieta de bajas calorías. Trata de considerar qué puede ofrecer y así cubrir las necesidades de todos.
Dos de sus invitados son muy tímidos y a veces se sienten excluidos.
Reflexiona sobre qué puede hacer para que se sientan a gusto y prepara algunos planes para presentarlos a otros invitados y pedirles que la ayuden con la preparación de último minuto de las ensaladas, así están ocupados y se sienten involucrados en los primeros momentos de la fiesta.
Finalmente, piensa acerca la fiesta en sí misma, y planifica un tiempo dedicado a que, informalmente, se conozcan entre sí los invitados y una actividad breve para romper el hielo: usted piensa que esto los ayudará a reírse y a conectar a la gente entre sí.
Su fiesta es un gran éxito. Todo el mundo la pasa muy bien. La comida es abundante y disfrutada, y nota que se han hecho muy buenos vínculos entre los comensales.
 Definitivamente no la dividió en dos grupos: “los normales” y aquellos con “necesidades especiales.”
Observa su proceso de planificación y se da cuenta que al pensar en cada persona que venía, fue capaz de diseñar una fiesta que funcionó bien para todos, cumpliendo con las necesidades individuales, sin estigmatizar a nadie o sin aislar a nadie del grupo.
No hizo el mismo menú que el año pasado y luego, al darse cuenta que no había nada para comer para Abdullah, le tuvo que decir que mejor se trajera él mismo su propia comida.
Ordenó el espacio físico de manera tal que todos (incluyendo a Juana) pudieran moverse alrededor de la habitación y se preocupó que aún sus invitados más tímidos tuvieran posibilidades de vincularse con los otros.
Se da cuenta de que no pensó en la gente como miembros de categorías: vegetarianos, físicamente discapacitados, socialmente inseguros, etc. Definitivamente no la dividió en dos grupos: “los normales” y aquellos con “necesidades especiales.” Más bien pensó en ellos como individuos con múltiples identidades, cualquiera de las cuales tenía fortalezas o personificaba desafíos. Y mientras planificaba como individuos, también fue capaz de pensar sobre ellos como miembros de una comunidad temporaria que estaba formando en su casa, cumpliendo con sus necesidades en un contexto de amistad y comunidad.

jueves, 6 de marzo de 2014

El Trabajo Cooperativo como Metodología para la Escuela Inclusiva

La inclusión educativa plantea la diversidad como algo natural e inherente en cada uno de nosotros, entiende la diferencia como  un valor y plantea a la enseñanza el reto de la flexibilización y adaptación a esas diferencias garantizando una respuesta de calidad.
Cuando, como profesionales de la enseñanza atendemos a un alumno, debemos regirnos por los principios de normalización en cuánto a la respuesta educativa y la inclusión, respeto y atención de las diferencias individuales.
Además, tenemos que fomentar la convivencia entre alumnos, el respeto mutuo y la aceptación de diferencias individuales. El aprendizaje cooperativo se presenta como una de las herramientas que pone en marcha y desarrolla la transmisión de estos valores indispensables para la vida en sociedad, una sociedad diversa en cuanto a aptitudes, creencias y culturas. El aprendizaje cooperativo favorece  la convivencia desde la aceptación de las diferencias, siendo una poderosa herramienta de integración, comprensión e inclusión, además de una metodología que trata de garantizar un aprendizaje de calidad.
Os dejamos este fantástico material preparado por la Fundación MApfre en su portal recapacita.
EL LIBRO
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Índice

Introducción: La Metodología Cooperativa
1. La estructura de aprendizaje cooperativo
2. Los equipos de trabajo
3. La organización interna de los equipos
4. Algunas técnicas de trabajo cooperativo
4.1. Tai
4.2. Tutoría entre iguales
4.3. Rompecabezas
4.4. Trabajo por proyectos
4.5. Tgt
5. La evaluación

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