lunes, 19 de agosto de 2019

Donde hubo fuego cenizas quedan

Por Esteban G. Santana Cabrera
Nuestra isla de Gran Canaria está sumida en una gran tristeza. El accidente, negligencia, inconsciencia de alguien ha hecho que miles de hectareas de la cumbre  se estén calcinado. Según Greenpeace el 78% de los incendios de causa conocida están ocasionados por el ser humano, de los cuales el 54,73% son intencionados y  más del 80% de los incendios son de origen antrópico y de ellos casi 54,02% son intencionados. Todavía no nos habíamos recuperado del mazazo de hace dos años y tenemos otra desgracia que nos traen las llamas malditas o la inconsciencia humana. Escuché a nuestro presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria decir en unas declaraciones que el fuego solo había afectado a pinar que se recupera pronto de las cenizas. Peron la realidad es que el fuego no solo arrasa nuestros pinares sino a todos los seres vivos que anidan en ellos, desde pájaros hasta los más microscópicos. 
R. Nasi, R. Dennis, E. Meijaard, G. Applegate y P. Moore investigadores que estudian las consecuencias del fuego en los bosques señalan que éste puede tener efectos devastadores sobre las especies forestales de vertebrados e invertebrados, no sólo porque les causa la muerte directa, sino también porque provoca efectos indirectos más duraderos como estrés y desaparición de hábitats, territorios, cobijo y alimento. Además afirman estos mismos investigadores que la desaparición de organismos de gran importancia para los ecosistemas forestales, tales como invertebrados, polinizadores y descomponedores, puede retardar de forma muy significativa el índice de recuperación del bosque. En ese mismo estudio denominado  "Los incendios forestales y la diversidad biológica" y que les invito a consultar para más detalle, concluyen que los incendios forestales tienen muchas repercusiones sobre la diversidad biológica como es la emisión de carbono, contribuyendo al calentamiento mundial  y además el humo procedente de los incendios puede reducir notablemente la actividad fotosintética y perjudicar la salud de los seres humanos y de los animales.
El abandono del campo y sus labores ha provocado que nuestras cumbres grancanarias no se limpien como se hacía hace unos años lo que favorece mucho rastrojo fácilmente combustible que origina la rápida expansión de cualquier conato de incendio. Si calculamos, económicamente hablando, se gasta mucho más dinero en extinción que en prevención. La sequía junto a las altas temperaturas del verano tenemos un cóctel asegurado para un futuro incendio.
El profesor Guillermo Julio de la Universidad de Chile señala que en un incendio hay que tener en cuenta los efectos sociales que corresponden a las pérdidas materiales y las consecuencias económicas de los incendios, como la pérdida de fuentes de trabajo y de producción. “Los incendios forestales afectan a toda la población, aunque uno no los vea. Lógicamente hay gente en las cercanías que es afectada directamente, pero también pueden afectar a toda la cadena productiva. Los problemas de tipo indirecto, como el daño ambiental, afectan a toda la población aunque estemos lejanos a la ubicación de los incendios. Hay un problema de calidad atmosférica, una pérdida de calidad de vida”, explica el profesor Guillermo Julio.
Por su parte Greenpeace en su Informe “Protege el bosque, protege tu casa” considera  fundamental abordar el “factor humano” de esta nueva era de incendios forestales de altísima intensidad: cómo el ser humano ha influido en el cambio del paisaje, la alta siniestralidad o la falta de percepción del riesgo que tiene como respuesta a una cultura cero de autoprotección con el que los operativos de extinción conviven. Incendios que no pueden tratarse como una excepcionalidad, sino como la tendencia con la que ya debemos convivir, asumiendo el riesgo y por tanto la responsabilidad de poderlo mitigar.
Ahora llega el tiempo de la reflexión. Tal y como recoge la Directriz Básica de Planificación de Protección Civil de Emergencia por Incendios Forestales,  Greenpeace nos propone que habría que revisar los Planes de Autoprotección de  municipios pequeños, en nuestra isla como Tejeda o Artenara, sus barrios o caseríos que se encuentren ubicados en zonas de riesgo para ver en qué se ha fallado al margen de la negligencia humana, la velocidad del viento o del exceso de rastrojos por la falta de mantenimiento. Pero también es importante la educación y la concienciación, porque hay que llegar a las familias desde la base para que sean transmisores de lo que no se debe hacer en nuestros bosques. Porque donde hubo fuego cenizas quedan.

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