lunes, 24 de mayo de 2021

El Sistema Educativo canario a examen


Por Esteban G. Santana Cabrera  
Muchos docentes de Canarias hemos tenido que realizar a nuestro alumnado las pruebas de diagnóstico y como siempre crean controversia, sobre todo en los tiempos tan difíciles que estamos viviendo. Unas pruebas con las que la administración educativa canaria pretende evaluar y mejorar el sistema educativo, tal y como se pone de manifiesto en el artículo 14, Capítulo III, de la Ley 6/2014, de 25 de julio, Canaria de Educación no Universitaria, “de modo que pueda convertirse en un instrumento eficaz para hacer efectivo el derecho a una educación de calidad, inclusiva e integradora, que garantice la equidad y la excelencia, la prestación de un servicio público esencial y convertirse, a la vez, en uno de los motores del desarrollo social, económico y cultural del archipiélago”. 

He de decirles que a mi modo de ver estas pruebas han sido un sufrimiento tanto para el alumnado como para el profesorado, descontextualizadas, poco significativas, nada competenciales y lo que ha producido es ansiedad en toda la comunidad educativa. Una comunidad educativa que ha estado al pie del cañón en la presencialidad a pesar de las dificultades y el miedo al contagio. Me voy a referir solo a una de las pruebas, para no cansarles y es a la de competencia en comunicación lingüística, porque además se pasaron la de la competencia matemática, las competencias básicas en ciencia y tecnología, y la competencia en comunicación lingüística en inglés, en lo que respecta a 6º de Primaria.

Hemos observado muchos docentes que si lo que tratan de evaluar son competencias, sobre todo con la competencia en comunicación lingüistica,  habría que tener presente no solo la escritura sino la oralidad. En el caso de esta prueba solo se tuvieron en cuenta algunas dimensiones como la léxica, la gramatical, la semántica, la fonológica, pero se olvidaron de la ortográfica ya que el propio corrector de los dispositivos suplía de manera automática cualquier falta, o la ortoépica, ya que no tuvieron que articular sonido alguno a partir de la representación gráfica de la lengua, por decir algo.

Al margen de todo esto, yo lanzaría esta pregunta: ¿verdaderamente sirve de algo esta prueba? ¿Qué aporta al sistema educativo? ¿Ha sido el momento este curso para pasarlas? Porque hay que volver a recordar, y perdonen si soy repetitivo, que venimos de un confinamiento y algunos de los criterios de evaluación no impartidos el curso pasado se han tenido que secuenciar a lo largo de todo este curso, quedando algunos para semanas posteriores a las pruebas. Igual no era el momento, seguro que se podía esperar unos meses más para poder "examinar" a un Sistema Educativo que en la pandemia no está para que le evalúen. Ya que ha sido el propio Sistema Educativo el que ha tenido que ir reinventándose día a día, en poco tiempo, sobre todo, y gracias al empeño de los docentes a nivel individual, los claustros y los equipos directivos.

La maestra y exdirectora de la a Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa del Gobierno de Canarias, Teresa Acosta, señala en unas propuestas y recomendaciones al Consejo Escolar de Canarias que en estos tiempos es recomendable que las pruebas de diagnóstico sean fiel reflejo de la realidad que estamos viviendo y que además sean capaces de detectar la capacidad del alumnado en ser competente en aprender a aprender, en autorregular sus propios procesos de aprendizaje, su motivación, ... etc,  competencia que cobra especial significado en la enseñanza no presencial y es clave para seguir aprendiendo a lo largo de la vida.

Teresa Acosta afirma con rotundidad, y así lo hizo llegar al CEC, que estas evaluaciones, especialmente las de este curso 2020/21 tenían que dar una visión objetiva y real de los centros educativos y del entorno en donde se mueve el alumnado, proponiendo que se analizaran las acciones que se han puesto en marcha durante la fase de enseñanza no presencial, las metodologías y herramientas usadas, la implicación de las familias y lo que ello les ha supuesto en la gestión de esta corresponsabilidad sobrevenida, los objetivos y criterios de evaluación empleados, el tipo de acompañamiento realizado por el profesorado y la formación de este, la motivación y coste emocional del alumnado a lo largo de los meses sin actividad presencial y, sin la necesaria interacción entre sus iguales que ha suprimido radicalmente la sociabilización imprescindible en los contextos de aprendizaje. 

Al final da la sensación de que parece que no hemos pasado por uno de los periodos más caóticos de los últimos siglos. La mayoría del profesorado canario cree que esto no se ha tenido en cuenta y que las pruebas, en vez de una oportunidad para extraer datos reales del sistema, se han convertido en un "paripé" burocrático que al final, como siempre, no servirán para nada. 


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