jueves, 3 de agosto de 2023

Cuidemos la Salud Mental del Profesorado

Por Esteban G. Santana Cabrera  
Llevo treinta años ininterrumpidos en el aula y tengo que decir que me encanta mi profesión. Me pagan por hacer algo que me gusta y eso no lo pueden decir muchos trabajadores hoy en día. Me consta que también dentro de mi profesión docente, hay muchos compañeros y compañeras que no están a gusto desempeñando docencia, siempre quejándose por todo, viendo todo negativo y pensando más en marcharse que en llegar a clase. Afortunadamente son los menos. No obstante, aunque tengamos vocación, la presión constante a la que vivimos sometidos día a día es muy grande.
Porque no solo consiste en impartir un currículo sino tratar de captar la atención de nuestro alumnado para que el proceso de enseñanza aprendizaje sea exitoso. El alumnado del S XXI no es igual que el de siglos anteriores, ni casi el de cuando yo estudiaba. El profesorado tiene que estar preparado no solo a nivel intelectual y metodológico sino a nivel emocional. Debe tener herramientas para entrar en el aula, que desgraciadamente no se exigen a la hora de pasar unas oposiciones, donde se siguen primando más los contenidos que el cómo enseñar esos contenidos.

Y luego nos encontramos en los centros educativos  profesorado quemado, continuamente de baja y así un año tras otro. El síndrome de burnout o síndrome del quemado por el trabajo, es una de las consecuencias psicoemocionales más reseñadas en la literatura científica, en la que se resalta la manifestación de múltiples condiciones sintomáticas resumidas en tres grandes dimensiones del problema: agotamiento emocional , despersonalización y baja realización profesional,  según recoge el estudio Burnout y problemas de salud mental en docentes: diferencias relacionadas con aspectos demográficos y sociolaborales realizado por los doctores Alled Damela Marenco-Escuderos y José Hernando Ávila-Toscano. Podemos observar en este estudio que las consecuencias no solo derivan en desmotivación laboral sino que va mucho más allá, llegando a afectar a lo personal en la mayoría de las ocasiones.

Pero realmente, ¿alguien se ha preocupado hasta ahora de la salud mental del profesorado? En mis treinta años de experiencia he pasado diversos controles médicos que se han centrado más en resultados que en el cómo estamos y cómo nos encontramos en el trabajo. No existe esta figura en el ámbito educativo, aunque en los centros tengamos a psicólogos o psico-pedagogos, pero que están tan o más estresados que el resto del profesorado porque su función se limita en muchos casos a realizar informes a destajo del cada vez más alto número de alumnos con necesidades educativas. 

El informe que realizó el Servicio del Defensor del Profesorado del sindicato ANPE, ya alertó hace unos años del aumento de la depresión y el estrés entre los docentes, lo que llevaba al aumento de las bajas laborales. En ese estudio el 80% de los docentes han sufrido ansiedad y/o depresión. El 50% de los docentes causan baja médica. El 60% ha necesitado asesoramiento jurídico. Unas cifras escalofriantes si caemos en la cuenta que estos profesionales están tratando con niños y adolescentes y no con papeles o ladrillos.

En el estudio Context of mental health in university teachers. A contribution to public health publicado por los docentes Diana Janeth Villamizar C., Sandra Licette Padilla S. y Olga Mariela Mogollón apunta a la necesidad de trabajar en la prevención de riesgos personales y colectivos teniendo en cuenta varios niveles, el tratamiento de casos particulares, la promoción y prevención en general y el acrecentamiento de sus fortalezas en aspectos mentales; el ambiente laboral, roles asumidos, espacios vitales desde la pareja, la familia, los pares y el desarrollo de la calidad de vida, donde los docentes perciben la necesidad de crear programas y políticas institucionales que acompañen este proceso. 

De este estudio destaco la última parte, la necesidad de crear programas y políticas institucionales que traten esta problemática que a ninguna Consejería le ha gustado afrontar porque estarían tirando piedras sobre su mismo tejado y dejaría a los políticos con la cara sonrojada ante la sociedad.

Desde estas líneas hago un llamamiento a los nuevos gestores de la Consejería de Educación a que se preocupen más de sus trabajadores, docentes y personal no docente, porque un personal motivado y con una salud mental equilibrada podría hacer que fuera mucho más fácil aumentar el éxito escolar. Porque el fracaso escolar no solo es culpa del alumnado desmotivado y de las familias despreocupadas, en muchos casos es por la deteriorada salud mental de nuestro profesorado y la falta de acompañamiento por profesionales en la salud mental.

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Esteban, se crea un figura del "Bienestar del alumnado " y se olvidan del profesorado. Hay tantas cosas que decir y visibilizar referentes a nuestra profesión...

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  2. Yo como madre, veo la necesidad de poner más ayuda a los profes de esta generación, porque cada vez es más difícil actuar en unas clases con tanto diversidad de alumnado. Los profesores no están preparados para esta sociedad tan arrolladora que les a tocado educar, se hace difícil a los padres y son nuestros hijos...La consejería debería abrir los ojos y afrontar la verdad de las necesidades de sus trabajadores y no mirar a un lado cuando la realidad es aplastante. Poner soluciones a tiempo es solucionar catástrofes futuras. Mi apoyo a todos los Docentes

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  3. Gracias Estaban por esta reflexión tan acertada. Ojalá que esta situación cambie. Saludos

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  4. Soy editor del blog de la Cátedra UNESCO de educación a distancia de la UNED. Le pediría su autorización para publicar sus artículos en nuestro blog. https://blogcued.blogspot.com/ Los trabajos de todos los autores se publican íntegramente con enlace a su blog. Saludos

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    1. Por supuesto Carlos. En el blog puedes rescatar los que te interesen. Un saludo

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