sábado, 2 de diciembre de 2023

LOS EQUIPOS DIRECTIVOS ESTAMOS QUEMADOS

Por Esteban G. Santana Cabrera  

La semana pasada el consejero de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes del Gobierno de Canarias, Poli Suárez,  ha lanzado una encuesta al profesorado de Canarias, con el fin de, según sus propias palabras, potenciar el bienestar personal y profesional de todos y cada uno de nosotros, los docentes, así como poner en valor y reforzar la encomiable labor que realizamos en las aulas de  nuestros respectivos centros. 

Una acción que aplaudimos los docentes ya que, alguien, por una vez, le pregunta al profesorado  cuáles son nuestras preocupaciones. Yo llevo treinta años en el cuerpo y no lo había escuchado nunca. Otra cosa es que se haga algo, o se pueda hacer alguna cosa que contente a este gremio que lleva “abandonado a la buena de Dios” desde hace mucho tiempo.  

La profesión docente se ha ido “infravalorando” día a día.  Semanas atrás se puso en entredicho, en diversos medios de comunicación, la actuación de una directora y de su claustro, sin derecho a defensa alguna y poniendo en tela de juicio la actuación del mismo ante un tema de un menor. Es muy fácil hablar desde fuera y sin contrastar los datos, pero sobre todo atacando de falta de profesionalidad a un equipo directivo que está trabajando desde hace años por la inclusión y por el cambio educativo. 

Si a esto le unimos la falta de autoridad del personal docente en las aulas y los graves problemas de convivencia que soportan muchos centros educativos, hacen que desarrollar la labor docente sea cada vez más complicada. 

Justo después de la pandemia, un grupo de docentes y sanitarios realizamos un estudio titulado Actitudes y conocimientos sobre la pandemia por la COVID-19 en docentes de Canarias y sacamos la conclusión que a medida que la pandemia evolucionó, el sector educativo buscó alternativas para garantizar la educación de sus estudiantes. Durante el confinamiento, en el curso 2019/20, el profesorado inicialmente impartió clases a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) desde sus hogares de forma improvisada y posteriormente de forma presencial utilizando las medidas higiénico-sanitarias y equipos de protección individual (EPI) necesarios. De manera similar, cuando los docentes regresaron a la enseñanza presencial, se estimó que casi la mitad de ellos sufrían estrés y ansiedad, y aproximadamente un tercio, depresión. El personal docente, según este estudio, es clave para fomentar las medidas de promoción de la salud, por lo que se recomienda desde el mismo incluir profesionales sanitarios en el ambiente educativo para proporcionar a los docentes formación en materia preventiva, colaborando así en la adecuación de las medidas de higiene y protección en los centros, además de ayudar a gestionar los posibles contagios.

Parece que se nos ha olvidado que hemos vivido una pandemia recientemente y los medios que se han implementado son casi los mismos, cuando, por ejemplo, la figura de la enfermera escolar debería ser una prioridad no solo para actuar en caso de algún problema de salud sino para actuar de manera preventiva y no dejar que el problema se convierta en un suceso. A nadie le preocupa, y me refiero a la administración, el estado de ánimo que tiene el profesorado, nuestra salud mental, tan importante para el desarrollo de cualquier labor y más la docente. Ya que las orientadoras se pasan el día realizando informes para los cada vez más, alumnos con necesidades educativas.

Y vuelvo a la encuesta que les comentaba al principio de esta reflexión, donde se nos pregunta “a pecho descubierto” lo que pensamos del sistema educativo. Mi respuesta fue clara, no solo como miembro de un equipo directivo sino como docente de a pie. El principal problema que tiene este sistema es la burocracia que en muchas ocasiones colapsa al sistema, cuando las cosas podrían ser de otra manera con la planificación e inversión adecuada. La prioridad debe de ser  relevar de la gestión económica a los docentes, eso es lo que nos genera más burocracia y más quebraderos de cabeza. Este curso concretamente, entre el comedor y la ayuda de libros, se nos han ido parte de las horas que tenemos para el desarrollo de la gestión directiva. Si a esto le unimos los Planes de Prevención de Riesgos Laborales, que tenemos que realizar sin ser técnicos especializados o el Plan de Autoprotección. Cada vez más y más burocracia, lo que lleva consigo a que los aspectos relacionados con la pedagogía, la innovación, los proyectos,… se queden en un segundo plano. 

Y esto no lo digo yo solamente, sino que fue casi por unanimidad en la recién creada Nueva Plataforma de Directores y Directora de Gran Canaria. Con la figura de un administrador se solucionaría y nosotros, los directores y directoras,  podríamos dedicarnos a la gestión pedagógica. Porque ya lo dice la normativa, la función de un director/a  es "Ejercer la dirección pedagógica, promover la innovación educativa e impulsar planes para la consecución de los objetivos del proyecto educativo del centro", "Favorecer la convivencia en el centro, garantizar la mediación en la resolución de los conflictos e imponer las medidas disciplinarias que correspondan a los alumnos", "Impulsar las evaluaciones internas del centro y colaborar en las evaluaciones externas y en la evaluación del profesorado" entre otros, y no solo la gestión económica del centro.

Espero que esto sea el comienzo de un cambio que esperamos como agua de mayo desde hace muchísimos años. 

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