Por Esteban G. Santana Cabrera |
En el mundo, actualmente, hay muchísimos conflictos bélicos en activo, unos más mediáticos que otros. Pero las consecuencias de estas guerras van mucho más allá de la pérdida de vidas humanas, sino que las consecuencias que tienen sobre nuestro planeta son inimaginables. El 6 de noviembre, la ONU nos invita a reflexionar sobre el impacto devastador de los conflictos armados sobre el medio ambiente. La naturaleza se convierte en una víctima invisible, donde los bosques son arrasados, los ríos contaminados y la biodiversidad diezmada. Sin embargo, aunque Canarias no ha vivido un conflicto bélico en su territorio, nuestra realidad nos enfrenta a una versión diferente, pero igualmente peligrosa, de este fenómeno.
Canarias es un archipiélago único, con una biodiversidad extraordinaria y ecosistemas delicados que no solo sostienen la vida de los que por aquí habitamos, sino que también son un patrimonio natural irreemplazable a nivel mundial. En Canarias tenemos espacios naturales abandonados “a la buena de Dios” por no ser tan mediáticos o turísticos. Uno de ellos es el espacio natural protegido, “Las Charcas de San Lorenzo”, en Las Palmas de GC, donde muchas aves migratorias hacían escala en estos humedales desde el S XVII cuando el hombre construyó los estanques de barro que servían para recoger agua para los cultivos de la zona. En la actualidad este espacio natural se ha convertido en una escombrera y en un circuito de motocicletas y nuestros responsables políticos mirando para otro lado.
El problema medioambiental en las grandes ciudades no se soluciona creando corredores verdes artificiales o bosques mediáticos que están rodeados de asfalto por todos lados y que al final se terminan secando. Recuperar entornos como Las Charcas de San Lorenzo es vital, repoblando con especies autóctonas, rehabilitando los estanques de barro y la arquitectura acuífera de la zona y facilitando un entorno en el que las aves puedan volver a nidificar en la zona y propiciando que los escolares, no solo de nuestro municipio sino de toda Canarias, así como asociaciones, colectivos y grupos de personas en general, tengan un lugar donde puedan conocer y disfrutar de un espacio natural único en una gran ciudad.
Pero lo único que vemos es que las medidas que se toman en la ciudad son solo las de construir más y más viviendas (a costa de espacios como este), campos de fútbol, carriles bicis y metroguagua a costa de perder espacios verdes para la ciudad.
Ecosistemas frágiles como Las Charcas de San Lorenzo o las Dunas de Maspalomas, se enfrentan a una presión humana constante que, si no se gestionan con cabeza y cordura, pueden considerarse un "conflicto ambiental". La expansión urbanística, el turismo masivo, y la sobreexplotación de los recursos naturales son realidades que, día a día, erosionan las bases ecológicas de nuestro patrimonio natural, construyendo edificaciones en barrancos y cercanas al litoral sin pensar en que algún día pueda venir una catástrofe como la que sufrieron miles de personas la semana pasada en Valencia.
En regiones del mundo donde la guerra es una realidad, el acceso al agua potable, tierras fértiles y recursos minerales puede ser motivo de conflicto. Aquí, en Canarias, aunque no sufrimos las secuelas de un conflicto armado, los recursos son igualmente limitados y disputados. La crisis del agua, los retos del cambio climático y la necesidad de gestionar el turismo de manera sostenible son algunos de los "conflictos" a los que nos enfrentamos cada día en nuestra tierra.
El cambio climático, un factor agravante en los conflictos bélicos, también es un desafío cada vez más presente en nuestras islas. El aumento del nivel del mar, el deterioro de las costas y la amenaza a especies endémicas son señales de alerta que nos invitan a actuar. Tal como la ONU trabaja para mitigar los efectos de la guerra en el medio ambiente, debemos proteger Canarias de las amenazas ambientales que se derivan de nuestras propias decisiones.
La educación y la sensibilización son herramientas poderosas. En los lugares devastados por la guerra, la educación ambiental es clave para la recuperación. Aquí, en Canarias, es vital enseñar a nuestros jóvenes el valor de nuestro patrimonio natural y la importancia de defenderlo. Debemos fomentar el respeto hacia nuestro entorno desde las escuelas, pero también inspirar a los adultos y sobre todo a los dirigentes, a adoptar prácticas civilizadas de conservación de la naturaleza y de nuestros recursos naturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario