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Por Esteban G. Santana Cabrera |
El ser humano, desde su origen, ha necesitado de los demás para sobrevivir y desarrollarse. Canarias ha sido una región de acogida y nuestra fama es de hospitalidad y nuestra naturaleza social, nos empuja a los canarios a buscar conexiones, interacciones y colaboraciones que nos permitan crecer y alcanzar logros que individualmente no podríamos. En el ámbito educativo, este principio cobra aún más relevancia, ya que el entorno escolar es un espacio de aprendizaje no solo académico, sino también emocional y social.
En Canarias, como en cualquier otra región, el contexto educativo juega un papel esencial en la formación integral del individuo. La escuela no es solo un lugar donde se adquieren conocimientos, sino es un espacio donde los niños y niñas aprenden a convivir, a compartir y colaborar con sus iguales. Empiezan a construir las primeras relaciones interpersonales, y donde el respeto mutuo y el trabajo en equipo son esenciales para el desarrollo de competencias que van más allá de los saberes básicos. En el currículo de Canarias, la educación no se limita a la transmisión de saberes académicos, sino que también incluye la formación de ciudadanos responsables, empáticos y capaces de integrarse y aportar a la sociedad.
Canarias es desde tiempo histórico un claro ejemplo de diversidad cultural y lingüística, y este es un aspecto clave que influye en la dinámica escolar. Alumnado que proviene de diferentes países, contextos y trayectorias, enriquece las experiencias de aprendizaje si se fomenta el trabajo colaborativo.
Asimismo, el currículo de Canarias promueve el desarrollo de competencias sociales y cívicas a través de metodologías activas que favorecen la interacción entre los más pequeños. Proyectos en grupo, debates, dinámicas cooperativas y actividades de resolución de problemas son ejemplos claros de cómo el aprendizaje se ve enriquecido cuando se lleva a cabo de forma colectiva. Este tipo de actividades no solo fomenta el aprendizaje de los contenidos académicos, sino que también ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades de comunicación, liderazgo, empatía y trabajo en equipo. Estos son aspectos fundamentales que los individuos necesitan para desenvolverse en la sociedad actual.
Además, en nuestras islas, el concepto de "cooperación" es básico, ya que por nuestra geografía , dependemos unas de otras. En mi clase le digo a mis alumnos que cada uno tiene algo que aportar, pero la unión de todos es lo que nos permite el crecimiento y el bienestar común. Al igual que la comunidad canaria debe trabajar unida para enfrentar retos como el aislamiento geográfico o las dificultades económicas, nosotros como colectivo estudiantil debemos aprender que nuestro bienestar académico y personal está ligado al de nuestros compañeros.
En conclusión, la unión es esencial no solo para la supervivencia, sino también para el aprendizaje y el desarrollo de cada individuo. En el contexto escolar de Canarias, esta idea se refleja en el respeto a los otros, al que viene de fuera, la importancia de trabajar juntos, aprender a través de la colaboración y reconocer el valor de la diversidad. La escuela no debe ser un espacio donde existan diferencias, sino un lugar donde el esfuerzo colectivo permita que todos crezcan y avancen juntos, respetando la pluralidad y aportando lo mejor de cada uno para el beneficio común. Si así actuamos, responderemos positivamente a las necesidades sociales y culturales de nuestras islas, contribuyendo a la formación de ciudadanos comprometidos y solidarios.
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