jueves, 31 de octubre de 2024

Los Finaos en Canarias a la Sombra de Halloween

Por Esteban G. Santana Cabrera  

En los últimos años, el auge de Halloween ha conquistado gran parte de las celebraciones de la víspera de Todos los Santos, lo que ha generado un debate sobre la preservación de nuestras tradiciones, en este caso, los Finaos o Finados en Canarias. En este contexto, es importante reflexionar sobre el valor de nuestras costumbres, las cuales forman parte del patrimonio cultural y la identidad de nuestro pueblo.

La palabra "finaos" proviene del término "finados", que significa "difuntos" o "aquellos que han fallecido". Esta tradición tiene sus raíces en la celebración católica de Todos los Santos y el Día de los Difuntos (1 y 2 de noviembre), fechas dedicadas a recordar y honrar a las personas fallecidas. En Canarias, como en muchos otros rincones de España y el mundo, estas festividades eran un momento de recogimiento familiar y de respeto a los antepasados.

Los Finaos, en particular, constituían una ocasión para reunirnos en torno a la memoria de los seres queridos que ya no estaban. En Tamaraceite, como en tantos otros pueblos, al anochecer del 1 de noviembre, las campanas de las iglesias sonaban para recordar a los difuntos. Este sonido impregnaba el ambiente de recogimiento y reflexión. Las familias canarias se reunían en torno a la lumbre o en las casas, compartiendo historias sobre los que se habían ido, mientras comían frutos secos como nueces, almendras y castañas, que son típicos de esta fecha. También era común comer higos pasados y beber anís o ron miel. Los vecinos también solían intercambiar comida, lo que fortalecía los lazos entre los vecinos. Los chiquillos éramos parte activa en este día de los Finaos, ya que íbamos de casa en casa, la víspera, el Día de Todos Los Santos, tocando por las casas con unas taleguitas de tela. Cuando nos abrían la puerta, preguntábamos: "¿hay santos?", si nos respondían afirmativamente ponían en las talegas castañas, almendras, nueces o higos pasados, y algún que otro dulce, sí había. Al final, los compartíamos con nuestra familia cuando nos reunían para la celebración. Y durante esa semana era obligatorio ir al cementerio, niños y mayores, a enramar a los difuntos y ponerle velas a las ánimas. Esta era una forma simbólica de mantener viva su memoria y de entender la muerte como parte natural de la vida, en un ambiente íntimo y comunitario.

En algunos pueblos, se organizaban procesiones o recorridos por las calles cantando los “ranchos de
ánimas”, cantos religiosos que se interpretaban para rogar por las almas de los difuntos. Estos ranchos están documentados en varias islas, especialmente en Gran Canaria y Lanzarote. Estaba formado por un grupo de hombres y dirigido por el “ranchero Mayor”. Para honrar a los difuntos. iban por las calles cantando y recogiendo dinero, que luego entregaban al cura para la celebración de misas por las ánimas. Desde esta fecha y durante dos o tres meses se reúnen en distintos lugares para entonar sus endechas –en octosílabos- y coplas en hexasílabos, dedicados a temas tan variados como las ánimas, sobre un difunto en particular, milagros o historias de santos.

Si bien la globalización y la influencia cultural de otras regiones, como Estados Unidos, han traído consigo celebraciones como Halloween, resulta esencial no olvidar nuestras propias tradiciones. Halloween, con su enfoque en el miedo y lo festivo, es indudablemente una celebración atractiva para muchos niños y jóvenes, pero corre el riesgo de eclipsar nuestras tradiciones.

Los Finaos nos conectan con nuestras raíces, con nuestra historia y con una visión más íntima y espiritual de la muerte y la vida. Recuperar y mantener esta tradición no implica rechazar Halloween de plano, sino reafirmar el valor de lo nuestro en un mundo globalizado. En lugar de ver ambas festividades como opuestas, podrían convivir, otorgándole a cada una su espacio adecuado. Mientras Halloween puede ser una celebración lúdica y moderna, los Finaos ofrecen una oportunidad para la reflexión y el recuerdo, valores que no deberían perderse.

La escuela juega un papel crucial en la preservación de tradiciones como la de los Finaos, ya que, a través de la educación, podemos transmitir valores y costumbres que forman parte de nuestra identidad cultural de Canarias. Incluir actividades relacionadas con los Finaos en el aula, ayuda a que los niños y jóvenes comprendan y valoren esta parte de su patrimonio. Así, nuestro alumnado no solo conoce Halloween, que tiene un atractivo evidente, sino que también aprende a apreciar una tradición que conecta a las familias y los pueblos con sus ancestros y que invita a una reflexión profunda sobre el ciclo de la vida. En este sentido, la escuela actúa como puente entre el pasado y el presente, promoviendo el respeto y el sentido de pertenencia a la cultura popular canaria.

En definitiva, mientras Halloween sigue ganando terreno por su componente más comercial y festivo, es muy importante que en Canarias no dejemos que desaparezcan tradiciones tan arraigadas como los Finaos. Recordar a nuestros difuntos de una manera sencilla y familiar nos permite no solo mantener viva la memoria de quienes ya no están, sino también fortalecer nuestro sentido de identidad y pertenencia como canarios. Al final, lo que está en juego no es solo una tradición más, sino un puente entre nuestro pasado y nuestro presente, un reflejo de lo que somos como pueblo.

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