Por Esteban G. Santana Cabrera |
En los alrededores de mi barrio hay un espacio natural protegido denominado las Charcas de San Lorenzo , uno de los pulmones medioambientales y paisajiísticos de nuestra ciudad de Las Palmas de GC y que continúa abandonado de la mano de Dios. Al abandono de los cultivos y los humedales se les une el que muchos individuos incívicos convierten este espacio en un vertedero o incluso en circuitos para motocicletas. ¿Dónde está la educación ambiental?
Por otro lado, en los alrededores de muchos centros educativos, día sí y día también, amanece lleno de escombros, a la puerta del colegio y a la vista de los más pequeños. ¿Dónde está la educación y el civismo?
Estas situaciones nos llevan a plantearnos: ¿qué estamos haciendo como ciudadanos para revertir esta tendencia? La educación ambiental debe empezar desde lo más cercano. Implica enseñar y aprender, no solo en las aulas, sino también en casa y en la calle. Significa mostrar con el ejemplo que tirar escombros en nuestras calles, verter residuos en espacios naturales o ignorar el estado de nuestros barrios no solo afecta al paisaje, sino que también degrada nuestra calidad de vida y el futuro de nuestro planeta.
Desde los centros educativos no podemos hacer más que fomentar el pensamiento crítico para fomentar una sociedad más sostenible. Hoy, más que nunca, necesitamos apostar por la conciencia colectiva y por la acción comunitaria. Cambiar esta realidad está en nuestras manos, y no solo en la de los centros educativos: no basta con señalar el problema; es momento de actuar, de implicarnos, de demostrar que cada gesto cuenta. Que el Día Mundial de la Educación Ambiental sea una llamada a la acción, no un simple reclamo para vender otros tipos de energías, que en ocasiones, por su mala utilización lo que contribuyen es a contaminar más, porque los residuos quedan amontonados o se convierten en basura.
Yo lanzaría esta pregunta: ¿Ya nos olvidamos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)? Por cierto el 2030 está a la vuelta de la esquina y por lo que estamos viendo, la cosa continúa igual.
La educación ambiental no debe ser una cuestión teórica ni una acción puntual. Es un compromiso diario que comienza con el respeto a nuestro entorno más cercano. Cuidar espacios como las Charcas de San Lorenzo o mantener limpios los alrededores de nuestros centros educativos no solo beneficia al medio ambiente, sino que también construye una sociedad más concienciada.
Es hora de actuar y de asumir nuestro papel en la protección del planeta, comenzando por nuestros barrios. Que este Día Mundial de la Educación Ambiental nos inspire a tomar decisiones más conscientes, a respetar los recursos naturales y a educar con el ejemplo. Recordemos que cada pequeño gesto cuenta, y que juntos podemos avanzar hacia un futuro más sostenible, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Cuidar nuestro entorno es cuidar nuestra casa, nuestra salud y el legado que dejaremos a las generaciones futuras.
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