![]() |
Por Esteban G. Santana Cabrera |
Durante años, los vecinos de la zona hemos sido testigos de cómo proyectos más grises y artificiales se han materializado con rapidez, mientras el Corredor Verde sigue siendo una simple promesa sin cumplir. Parques como el de Los Alisios, con más cemento que áreas verdes, o los campos de fútbol de La Suerte, donde el único verde visible es el del césped artificial, han sido impulsados y finalizados sin problema alguno. Sin embargo, cuando se trata de un espacio verdaderamente natural, que beneficie tanto al medio ambiente como a la comunidad, las excusas se acumulan y la inacción es la norma.
Pero el Corredor Verde no es el único ejemplo del desprecio hacia la naturaleza en nuestro distrito. Las Charcas de San Lorenzo, que conforma parte del paisaje natural protegido de Pino Santo, sufre la misma suerte. Este enclave, con un inmenso valor ecológico, sigue esperando la atención y protección que merece. En lugar de potenciar su conservación y desarrollo como un espacio de interés ambiental y turístico, sigue relegado al olvido, acumulando abandono y desinterés institucional. A pesar de las repetidas solicitudes por parte de los vecinos, las autoridades locales, tanto el Cabildo como el Ayuntamiento, no tienen intención de implementar un plan de conservación adecuado mientras se gastan millones en otros proyectos, a los que no restamos importancia, pero ya tenemos la mosca detrás de la oreja porque salvo algunas acciones muy concretas hace muchos años, parece que la intención es dejarlo morir.
La Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad en España establece la protección de los espacios naturales y la fauna que los habita. Esta ley ofrece un marco legal sólido para la conservación de Las Charcas de San Lorenzo. Además, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, especialmente el ODS 15 (Vida de Ecosistemas Terrestres) y el ODS 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles), subrayan la importancia de proteger y restaurar los ecosistemas terrestres y de crear comunidades sostenibles y resilientes.
Las corporaciones municipales e insulares han ignorado sistemáticamente la importancia de estos espacios, priorizando proyectos que responden más a intereses económicos que a las necesidades de los vecinos. Sin embargo, no podemos permitir que estos proyectos queden en el cajón de las promesas incumplidas. El Corredor Verde y Las Charcas de San Lorenzo deben ser rescatados del olvido y convertidos en los espacios naturales que nuestro barrio necesita.
Días atrás se manifestaron cientos de vecinos en la puerta del Centro Sociocultural Jesús Arencibia que continúa cerrado a cal y canto y lo que se inauguró hace dos años, justo para las pasadas elecciones, a bombo y platillo, se cerró al mes y sin fecha de apertura.
Es momento de exigir a las autoridades que cumplan con su palabra, que apuesten por la cultura, la sostenibilidad y el bienestar de la ciudadanía, y que devuelvan a estos espacios la vida y el valor que merecen. Tamaraceite no necesita más cemento, necesita cultura, verde, sombra, biodiversidad y respeto por su entorno natural. No solo viviendas y más viviendas sin servicios para los nuevos vecinos que al final solo se ven abocados a ir a los centros comerciales ya que no hay otros lugares de ocio y esparcimiento en la zona.
Sabemos que es imposible volver a recuperar el Tamaraceite de antaño, con estanques llenos de agua, plataneras y cultivos. Donde la gente iba al Cine Galdós, a la Sociedad o a la Plaza. Tiempos pasados que no volverán, ni lo pretendemos. Pero como decía el poeta y filósofo Ralph Waldo Emerson: "La tierra ríe en flores". Permitamos que nuestro barrio sonría nuevamente, devolviéndole su verdor, su frescura y su esencia natural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario