viernes, 5 de septiembre de 2025

Magistros audire maxime necessarium est

 

Comenzamos un nuevo curso escolar en Canarias con la incorporación de setecientos docentes adicionales y la puesta en marcha de un servicio pionero de drones para inspeccionar las infraestructuras educativas. A simple vista, ambas medidas parecen muy positivas y transmiten la idea de un compromiso firme con la mejora del sistema educativo. Sin embargo, después de más de 35 años en las aulas y con la experiencia acumulada de haber vivido muchos comienzos de curso, siento la necesidad de mirar más allá del titular y poner sobre la mesa la realidad que vivimos día a día los docentes en los centros.

Por un lado, se habla de un aumento de plantillas. Pero ¿realmente se percibe esa ampliación en los centros? La experiencia de muchos compañeros y la mía propia nos dice que no siempre es así. El Plan de Estabilización ha dejado a muchos compañeros interinos fuera de los nombramientos por todo el curso. Y encima estos compañeros que vienen de la Península están renunciando porque no encuentran viviendas donde poder vivir por un precio digno. Asimismo, programas que habían supuesto un refuerzo importante, como ESTELA, con la implementación de la docencia compartida, han visto cómo se reducía el horario en muchos centros, lo que deja a parte del alumnado sin la atención que necesita. Además, se ha incrementado el número de grupos mezcla por la disminución de ratios, una situación que exige un enorme esfuerzo por parte del profesorado y que, aunque se intenta llevar con profesionalidad y creatividad, no deja de ser un síntoma de que la organización de recursos no siempre responde a las necesidades reales.

A esto hay que añadir la pérdida de personal de administración en los centros más pequeños. Este detalle, que desde fuera puede parecer menor, en realidad supone una sobrecarga administrativa para los equipos directivos y, en última instancia, resta tiempo y energía al profesorado para centrarse en lo que realmente importa: la labor educativa. La burocracia, lejos de disminuir, no ha hecho sino aumentar. Cada año nos encontramos con nuevas plataformas, informes y procesos administrativos que requieren horas de dedicación. Todo ello recae sobre los equipos directivos que, en muchos casos, están ya saturados por el peso de la gestión diaria.

La noticia sobre los drones es, sin duda, llamativa. No niego que es importante contar con mecanismos eficaces para supervisar las infraestructuras y velar por la seguridad de los centros. Sin embargo, los que vivimos el día a día en los colegios sabemos que los verdaderos problemas suelen estar en el interior. Uno de los más graves es la precariedad de las instalaciones eléctricas. La baja potencia de la red en muchos centros impide utilizar con normalidad los equipos informáticos o el aire acondicionado, lo que limita las posibilidades de innovación y repercute directamente en el bienestar de alumnado y profesorado. En pleno siglo XXI, resulta contradictorio hablar de digitalización educativa cuando la red eléctrica no garantiza lo más básico.

La innovación, sin embargo, no se detiene. A pesar de las dificultades, los docentes de Canarias seguimos trabajando por la mejora del rendimiento académico de nuestro alumnado. Llevamos a cabo proyectos que buscan motivar, que despiertan la curiosidad y que ayudan a que el alumnado sea más autónomo y competente. En muchos casos lo hacemos sin contar con las herramientas que serían realmente útiles, como aplicaciones basadas en inteligencia artificial o recursos digitales que siguen sin estar al alcance de la mayoría de los centros. La distancia entre el discurso oficial y la realidad cotidiana se hace evidente en estos detalles.

Después de tantos años en la docencia, sé que los logros de nuestro sistema educativo no se deben a grandes titulares ni a proyectos vistosos, sino al esfuerzo constante de miles de profesionales que, cada mañana, abrimos las puertas de nuestras aulas convencidos de que la educación puede transformar vidas. Lo hacemos con vocación y con la certeza de que, a pesar de las dificultades, nuestro alumnado merece lo mejor. Por eso, aunque agradecemos los anuncios de mejoras y la inversión en nuevas herramientas, pedimos también que se escuche la voz de quienes estamos en el aula, porque somos nosotros los que conocemos de primera mano las carencias y los retos que enfrentamos.

En definitiva, este inicio de curso me deja una doble sensación: por un lado, la ilusión renovada de comenzar un nuevo camino con mi alumnado; por otro, la preocupación de ver cómo las necesidades reales de los centros siguen sin encontrar una respuesta adecuada. No dudo de que se están dando pasos, pero si queremos una educación pública de calidad en Canarias, debemos empezar por fortalecer lo básico: plantillas suficientes y estables, infraestructuras interiores seguras y modernas, menos burocracia, potenciar los recursos para el alumnado NEAE y un mayor acceso a herramientas que potencien la innovación. Todo lo demás, drones incluidos, es accesorio si no se atienden estas prioridades. Feliz comienzo de curso.


miércoles, 3 de septiembre de 2025

Arrancamos

Arrancamos. Esperemos que este nuevo curso nos traiga nuevos logros para los docentes y para la Educación en sí, porque invertir en Educación es invertir en el futuro de nuestra sociedad dándole el valor que verdaderamente tenía la formación para los griegos y romanos donde la Paideia ponía los pilares de una generación de niños y niñas con formación integral en valores y competencias inherentes a la sociedad. Mi reflexión en Canarias Radio La Autonómica