Por Esteban G. Santana Cabrera |
¿Los centros educativos son de todos o son del director o de la administración? La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, en su Artículo 108 relativo a la Clasificación de los centros educativos dice lo siguiente:
1. Los centros docentes se clasifican en públicos y privados.
2. Son centros públicos aquellos cuyo titular sea una administración pública.
3. Son centros privados aquellos cuyo titular sea una persona física o jurídica de carácter privado y son centros privados concertados los centros privados acogidos al régimen de conciertos legalmente establecido. Se entiende por titular de un centro privado la persona física o jurídica que conste como tal en el Registro de centros de la correspondiente Administración educativa.
4. La prestación del servicio público de la educación se realizará, a través de los centros públicos y privados concertados.
5. Los centros docentes orientarán su actividad a la consecución de los principios y fines de la educación establecidos en la presente Ley.
Pero la barrera entre lo público y lo privado en muchas ocasiones se diluye y ahora les explico el por qué. Sergi Valera en su artículo titulado "Espacio privado, espacio público: Dialécticas urbanas y construcción de significados" nos dice que "hay, en algunos casos, espacios de transición entre lo público y lo privado, por ejemplo una portería de un edificio, un ascensor, un jardín que separa la casa de la calle. En otros casos, sin embargo, se trata de espacios considerados generalmente como públicos pero que, por su frecuencia de uso o debido a ciertos hábitos de comportamiento asociados a él pueden ser, para alguna persona o grupo, considerados más restringidos o más propios. En este caso se encuentran la mesa del bar donde se reúnen habitualmente un grupo de amigos, el banco público donde cada día conversan un grupo de jubilados, una aula universitaria, la oficina o el lugar de trabajo, ciertas zonas de un parque o de un barrio, etc. En estos espacios, ciertamente, el concepto de privado o público se vuelve más sutil, más arbitrario". Si escuchamos estas palabras ni lo público es tan público ni lo privado es tan privado. Sergi Valera en este mismo trabajo hace una afirmación con la que estoy muy de acuerdo: "El espacio construido por el ser humano, con la ciudad como principal paradigma, es, ante todo, un espacio para ser ocupado, para servir y ser usado, para llenar y vaciar con la presencia real o simbólica, para interactuar con otras personas en un entorno y para interactuar con el entorno en tanto que personas".
Hago especial hincapié en esta diferencia, entre lo público y lo privado porque en muchos centros públicos de nuestro país ocurre que el espacio escolar parece más una propiedad privada que un lugar de utilidad pública. En ocasiones escuchamos decir a directivos de centros educativos, profesorado, guardianes de bienes e incluso padres la expresión "mi colegio", "mi clase", etc. Y algunos piensan todavía que esto es así, que el colegio es suyo y "hacen y deshacen" a su antojo, convirtiéndolo más en una "finca" privada que en un lugar para el aprendizaje. En primer lugar, ni el colegio es suyo ni de nadie en primera persona, porque se puede convertir en las escuelas de antaño a donde iban nuestros abuelos, y cuyo director o directora tenía una habitación en su propia casa donde impartía enseñanza a los niños de la época. Pero las cosas han cambiado para bien, primero porque ya las aulas no están en recintos privados, salvo los colegios privados claro está, y segundo porque el centro es de la comunidad educativa en la que intervienen la Administración, el equipo directivo, el profesorado, las familias, el personal docente y sobre todo el alumnado.
El CEIP «Santa Amelia», de Ceuta, es un ejemplo claro de esto, como recoge la publicación “Las escuelas de éxito. Características y experiencias.” editada por el Ministerio de Educación el pasado año. Este centro cuenta con un 98 % de familias de cultura árabe-marroquí y, con un desconocimiento casi total del idioma y del modo de vida de una sociedad occidental. Además, tiene un buen número de familias desestructuradas, problemas de drogas, desempleo, etc. Es por ello que el centro se puso las pilas y remaron todos a una si querían mejorar no solo el rendimiento académico de este alumnado sino ayudarles a integrarse en la sociedad que es el fin último del sistema educativo. Desarrollaron una serie de acciones conjuntas entre toda la comunidad educativa y la administración creando «Grupos interactivos» para favorecer la participación e implicación de las familias, llegando a desarrollar esta acción en el aula para que conozcan el trabajo que se hace en la escuela; «Tertulias literarias» para fomentar la mejora en la competencia lingüística; «Clases de comunicación oral» para madres con desconocimiento de la lengua española; «Escuela de padres”; «Programa de acción tutorial» con entrevistas individualizadas donde adquirieron un compromiso de colaboración por parte de las familias; «Madres delegadas», una figura creada en el centro para ayudar a esa integración de las familias en la escuela; «Programa de inmersión lingüística» para paliar las carencias de muchas familias; Radio escolar, para fomentar la competencia lingüística; «Programa de acogida», destinado principalmente al alumnado de incorporación tardía y a su familia, así como al nuevo profesorado que llega al centro; «Semana Olímpica» para favorecer la implicación de toda la comunidad educativa y fortalecer el sentimiento de identidad y de pertenencia.
Este centro de Ceuta, ejemplo de superación pero sobre todo de un trabajo coordinado desde la Administración hasta la comunidad educativa, donde lo importante es el bien del alumnado, no tanto quién es el que se lleva el cargo o el aula más luminosa o el grupo menos conflictivo. Esta misma ley que nombrábamos al principio de esta reflexión, y en su Artículo 112 dice que las Administraciones educativas potenciarán que los centros públicos puedan ofrecer actividades y servicios complementarios a fin de favorecer que amplíen su oferta educativa para atender las nuevas demandas sociales, así como que puedan disponer de los medios adecuados, particularmente de aquellos centros que atiendan a una elevada población de alumnos con necesidad específica de apoyo educativo. Si en Ceuta se ha podido, y no ha sido un camino de rosas, en Canarias también podremos. Cambiemos la visión de lo público. Mentes abiertas y un trabajo en pro de la mejora del sistema educativo y social de la comunidad son las que hacen que la enseñanza pública haga un buen servicio público y no se convierta en el "paraíso" de nadie que busque solo su interés personal.
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