jueves, 11 de octubre de 2018

Pensando en el cambio educativo

Por Esteban G. Santana Cabrera

Hace unos días estuve presente en una experiencia muy enriquecedora como profesional y a nivel personal, invitado por Enrique Rubio, en el ECOlab que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), a través de su Centro de Innovación para la Sociedad de la Información (CICEI), que se organizó dentro de las Jornadas CINAIC 2018 ‘Ecoaprendemos’ sobre Innovación Educativa y donde se formaron distintas mesas de trabajo agrupadas en: profesorado, alumnado, agentes de innovación, agentes sociales, directivos y ciudadanos. 

Tuve el placer de compartir mesa, la de agentes de innovación y aprendizaje, con Luis López Rivero, Jefe de Servicio de Cirugía Toráxica del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, profesor universitario y que ha montado una Facultad de Medicina en Mozambique entre otros proyectos y nominado Premio Canarias; Noemí Lima profesora del IES Luis Cobiella y campeona de Canarias en el First, Lego League (Robótica); José Brito López, Profesor asociado de la ULPGC y coordinador del proyecto Barrios Orquestados; Carmen Alborch del Aula de Igualdad y prevención de la Violencia de Género del Ayto de Firgas; Carmen Batista Melo, exdirectora del Cep Telde y promotora de varios proyectos de APS en procesos sociocomunitarios. Hablamos sobre qué aspectos prioritarios creemos, desde nuestra perspectiva personal, que deben abordarse en el largo plazo (entre 5 y 10 años) para mejorar la educación. Al margen de las conclusiones que fueron muy interesantes y esperamos que sean publicadas en breve, yo, a nivel personal hice una reflexión al respecto y me gustaría compartir con ustedes. 

Desde mi punto de vista hay tres acciones que habría que mejorar en la Educación con mayúsculas:

-1. Mejorar la transición de la enseñanza obligatoria y la universitaria. Hay una gran diferencia entre lo que se hace y cómo se hace en las aulas de la enseñanza obligatoria a lo que se hace en la universidad, guardando las diferencias. Tenemos por un lado unas aulas de infantil primaria y algunas de secundaria en las que se fomenta el trabajo en equipo, por proyectos, con un aprendizaje significativo y lo menos memorístico posible, donde se fomenta la investigación y la introducción de nuevas metodologías integrando las tic. Por otro lado tenemos unas universidades en las que prima lo memorístico, los trabajos sin sentido y poco significativos, o al menos esa es la visión que se tiene desde fuera. Tenemos que mejorar la coordinación entre la universidad y la enseñanza obligatoria

-2. Articular un cambio paulatino en el acceso a la universidad. El sistema de acceso a la Universidad no es nada justo, que solo por una nota de un examen escrito, una persona, que podría ser mejor profesional, no pueda acceder a la carrera que desea estudiar, no se puede consentir. Se debería plantear un cambio. El mercado laboral del S XXI demanda cada día más profesionales que no solo demuestren sus habilidades formativas en el sector sino que tengan otro tipo de destrezas más de corte social y emocional, liderazgo, capacidad de trabajo en equipo,  competencia comunicativa o capacidad de resolución de conflictos, entre otras, son habilidades que a la hora de emprender un reto laboral son casi más importantes que los conocimientos científicos o técnicos que se puedan adquirir con un título universitario. 

-3. Mejorar y depurar el sistema de acceso a la profesión docente. Este objetivo va muy relacionado con el objetivo 1 que he planteado anteriormente, pero quiero centrarme en el acceso a la profesión docente. El profesorado de la enseñanza pública en España pasa un examen de ingreso en forma de oposición para acceder al cuerpo de docentes de la enseñanza pública, con plaza fija o para pertenecer a una lista de reserva. Salvo esta prueba, el colectivo de docentes de la enseñanza pública no pasa “control” alguno a lo largo de su carrera. Aquí entra la frase “cada maestrillo tiene su librillo”, o lo que es lo mismo, ‘cada uno hace lo que sabe o lo que puede’.

La evaluación del profesorado está legislada o se requiere por política o normativa en muchos países europeos, se me hace muy difícil entender que a nosotros como docentes nadie nos supervise de manera directa salvo para pedirnos las programaciones.  

Nos estamos preocupando por introducir nuevas metodologías, nuevas prácticas de aula más competenciales, queremos ser y funcionar como centros punteros de Europa, centros del s. XXI, pero sin tocar ni la evaluación del profesorado ni reflexionar sobre los medios de los que disponemos, que —con el tiempo— se van quedando obsoletos. Porque un elemento tan esencial como es el profesorado no se puede dejar a la buena de Dios, a que se forme el que quiera y que se actualice el que pueda.

Para conseguir estos tres retos a largo plazo, a mi modo de ver, habría que empezar poniendo en marcha las siguientes acciones:

1.La primera acción concreta sería crear una comisión mixta universidad-enseñanza obligatoria que plantee, estudie y realice un plan de mejora de la enseñanza pública en Canarias y en España.

2. Crear comisiones de trabajo y coordinación entre las facultades de ciencias de la educación los centros del profesorado, servicios de apoyo a la escuela. Que no se conviertan las relaciones en enviar alumnado a realizar prácticas, sino que haya un verdadero trabajo conjunto de intercambio, formación y actualización del profesorado de ambas etapas.

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