viernes, 7 de enero de 2022

La presencialidad en las aulas es incuestionable, pero...

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  
Al comienzo de la pandemia una de las medidas que tomaron los gobiernos de casi todos los países del mundo para frenar la propagación del virus causada por el COVID fue el cierre de los centros educativos.  Ante el aumento de casos de infectados que estamos sufriendo en la actualidad por la sexta ola originada por la variante Ómicron, a pesar de la vacunación en edad infantil, vuelve el debate entre presencialidad, semipresencialidad o retraso en el comienzo de las clases.
Lo que está claro es que el docente apuesta por la presencialidad, pero siempre que las medidas de seguridad e higiene se puedan garantizar por parte de las instituciones educativas. Es verdad que en los últimos meses, antes de las vacaciones navideñas, ha existido un cierto "relajamiento" por parte de toda la comunidad educativa y con esto incluyo a docentes, padres y administración, presentándose situaciones que en ocasiones rayaban lo ilógico en tiempo de pandemia.
En septiembre de 2020, publiqué junto a dos sanitarios canarios un artículo en la Revista Española de Salud Pública 2020; 94(1): e1-e2 titulado "Medidas a implantar en la vuelta a la escuela en período Covid-19" que nos puede servir, al margen de la vacunación, para esta vuelta a la escuela en medio de la expansión de Ómicrom. Conocidas las fuentes de contagio, portadores asintomáticos, aerosoles y contaminación propusimos las siguientes medidas que nos pueden ayudar tanto a los docentes como a las familias:
La primera consistiría en asegurar una adecuada educación en medidas higiénico-sanitarias. Esta medida, si bien es muy relevante en la población general, cobra más importancia entre los escolares de enseñanza infantil y obligatoria. Recomendábamos llevar a cabo talleres para padres, profesores y alumnos sobre el uso de la mascarilla, la higiene de manos y la eficacia del distanciamiento físico en la prevención de la transmisión de esta enfermedad. Es un buen momento para retomar estas propuestas que no se realizaron en la mayoría de los centros educativos por parte de personal sanitario cualificado.
En segundo lugar, proponíamos que era fundamental intentar disminuir el número de personas en los espacios cerrados, evitando las aglomeraciones a la entrada y salida del colegio, en reuniones, asambleas, etc. En la mayoría de los casos se aumentaron los espacios para el alumnado en detrimento de otros espacios educativos como las bibliotecas, salas polivalentes, etc, y las entradas y salidas escalonadas fueron una buena medida para evitar aglomeraciones de padres, sobre todo en la recogida de los niños a la salida del centro.
En tercer lugar, el uso de la mascarilla, siempre que no se garantice mantener una distancia de seguridad entre los alumnos, que no se garantiza en nuestras aulas, y con el fin de disminuir las posibilidades de transmisión por gotas, se debe hacer uso de la mascarilla. Y en esto tenemos que recalcar no es el uso de cualquier mascarilla, que en muchas ocasiones eran de tela y totalmente estiradas que no cubrían sino la barbilla de los niños. El uso de una buena mascarilla y en buen estado, nos va evitar más de un disgusto.
En este estudio aconsejábamos mantener una adecuada ventilación de los espacios y asegurar la luz natural, para lo que se recomienda que ventanas y puertas permanezcan, en la medida de lo posible, abiertas, eliminando las cortinas, aunque pasemos frío.
En relación con la limpieza de espacios y superficies, recomendábamos llevarla a cabo en aulas y zonas comunes al menos una vez al día, particularmente sobre superficies que son tocadas por muchas personas (barandas, mesas de comedor, equipamiento deportivo, manijas de puertas y ventanas, elementos que se usen para la docencia y aprendizaje, etc, pero con productos virucidas para desinfectar superficies y alcohol etílico al 70% para la desinfección de artículos pequeños, asegurando siempre que el personal de limpieza disponga de un equipo apropiado.
Por último proponíamos, que se establecieran por parte de Salud Pública, protocolos de investigación inmediata si un niño falta a clase por motivos de salud, así como de actuación por si un niño presenta síntomas en el colegio o si ha de permanecer en casa por convivir con un enfermo.
Está claro, que en ningún caso se debe acudir al centro de enseñanza con síntomas compatibles con el coronavirus. Si somos capaces de ser responsables en nuestros ambientes familiares, nos vacunamos y llevamos escrupulosamente las medidas anteriores, la presencialidad en los centros educativos en tiempo de pandemia puede estar garantizada.

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