martes, 22 de julio de 2025

El Sí de Juan Medina Naranjo

 

Por: Esteban Gabriel Santana Cabrera  
Este sábado vivimos un momento muy emocionante en la Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria: la ordenación sacerdotal de un joven canario de apenas 25 años, Juan Medina Naranjo. En tiempos donde el compromiso a largo plazo parece escasear y donde muchos jóvenes se sienten desorientados o desmotivados, presenciar cómo alguien tan joven da un paso tan decidido y contracorriente me llevó a una profunda reflexión sobre el papel de la fe, la vocación y los valores en nuestra sociedad actual.

Una de las cosas que más me impactó fue la naturalidad con la que Juan, y también su grupo de amigos, vivieron este momento tan importante. No había en ellos una actitud forzada ni distante, sino alegría, convicción, y una madurez poco común en jóvenes veinteañeros. En lugar de esconder o justificar su decisión, la mostraban con orgullo, como quien ha encontrado un tesoro y no puede evitar compartirlo. Esa autenticidad, ese modo de vivir la fe con sencillez y entusiasmo, es un testimonio muy necesario en la sociedad en la que estamos viviendo.

Hoy en día, decir “sí” a una vocación sacerdotal no es simplemente optar por una carrera o un estilo de vida. Es tomar una decisión radical, ir contracorriente en una sociedad que valora la inmediatez, la comodidad, la libertad sin compromisos. En este contexto, el compromiso de Juan resuena con más fuerza. Su decisión no es fruto de una moda pasajera, sino de un proceso profundo de discernimiento, alimentado por la oración, el estudio y una experiencia viva de fe. Todo esto acompañado y apoyado por su familia y amigos, viviendo un día de auténtica fiesta.

Ver a un joven de 25 años dar este paso me interpela como ciudadano y como docente. ¿Qué estamos transmitiendo a nuestros jóvenes? ¿Qué modelos les estamos ofreciendo? En un tiempo donde muchas veces se acusa a la juventud de estar desmotivada o perdida, Juan y tantos como él nos muestran la otra cara de la realidad: una generación que, aunque silenciosa, busca con sinceridad, lucha por sus ideales y no teme entregar su vida a una causa que trasciende más allá del conseguir una posición acomodada, un buen trabajo reconocido o una estabilidad económica.

Su ordenación estuvo acompañada por doce sacerdotes, compañeros de estudios en Roma, algunos
llegados desde distintos puntos de España. Ninguno superaba los 40 años y si no es por el alzacuellos, no se diferenciaban en nada de los jóvenes de su edad en un día de fiesta. Esto me sorprendió enormemente ya que nos habla de una nueva generación de jóvenes que se está formando, jóvenes con una fuerte preparación intelectual y espiritual, pero también cercanos, divertidos, humanos, conscientes de los desafíos de nuestro tiempo. Su presencia fue un signo claro de que la Iglesia no está muerta, sino que sigue viva, joven y en camino aunque en Canarias estemos viviendo de escasez.

La fe ha iluminado el camino de Juan desde pequeñito, la que le sostiene en los momentos de duda, la que le impulsa a decir “sí”. Y es esa misma fe la que hoy lo lanza a la misión, con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. Su ejemplo nos recuerda que seguir a Cristo no es una renuncia al mundo, al contrario, no es perder la vida, sino darle sentido.

En medio de tanto ruido, de tantos mensajes que prometen felicidad fácil y superficial, el testimonio de Juan es un faro que nos  ilumina. Nos invita a preguntarnos qué nos mueve, qué nos sostiene, qué damos a los demás. Él ha optado por entregar su vida a Dios y al servicio de los demás, y lo hace desde la alegría, desde la libertad y con un profundo amor.

Ojalá su testimonio inspire a muchos. No sólo a quienes puedan estar sintiendo una vocación, sino a todos los que buscamos vivir con coherencia, con profundidad, con verdad. Porque más allá del camino que cada uno elija, lo que el mundo necesita con urgencia son personas auténticas, comprometidas y llenas de esperanza. Juan, con su “sí” valiente, nos recuerda que todavía hay jóvenes dispuestos a ir a fondo, a darlo todo, y eso es motivo de alegría para todos. Felicidades Juan y buen  servicio.

La Provincia

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