Por Esteban G. Santana Cabrera |
La Provincia: En los últimos días hemos
vivido en el mundo del fútbol un triste acontecimiento que parecía remontarse a épocas históricas cuando en los campos de juego
hubo que poner verjas para que los energúmenos no
saltaran a agredir al árbitro o a los jugadores. Tristes acontecimientos que
mejor olvidar y que nos parecía haber superado en el mundo del deporte, al
menos hasta este fin de semana.
Y creo que esto es así, ya que a pesar de que el trasfondo fuera un partido
de fútbol igual podría haber sido una fiesta de pueblo o un concierto musical. Pero
me hago una reflexión: ¿por qué se producen hechos de este tipo? Escuché en
alguna tertulia que esto era fruto de la mala educación, del paro y de la
situación social. Pero ¿no era en tiempos difíciles de hambre cuando la gente
se ayudaba más, compartía lo que tenía con el vecino y nunca les faltaba algo
que echarse a la boca por pequeño que fuera? ¿No era en tiempos difíciles
cuando el respeto por los demás era algo que se inculcaba desde la cuna? Entonces,
¿qué es lo que ocurre en nuestra sociedad y en torno a este mundo del fútbol y
el espectáculo? ¿Dónde está la verdadera causa de hechos como estos?
Creo que la familia aquí
juega un papel importante ya que es el núcleo donde se gestan actitudes que
pueden provocar o tender en el futuro a la violencia, incluso en su grado
máximo. Detrás de un maltratador, un violento, hay una persona sin principios
básicos de convivencia. Todavía tenemos en la retina la imagen del niño
mediando en un campo de fútbol en la
discusión de un entrenador y el árbitro. Si ese niño, desde la cuna, no hubiera
tenido una buena educación basada en el respeto y el diálogo a buen seguro que
su actitud hubiera sido otra, como desgraciadamente se ve en algunos campos de
infantil y juvenil donde los padres vociferan, insultan e incluso agreden a
otros padres, a árbitros y a jugadores.
Aquí la escuela juega un papel importante y el Programa formativo "La mejora de la convivencia y del clima escolar" de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias es una de las líneas estratégicas de acción del plan canario de formación del profesorado. Desde este programa se pretende impulsar la formación, reflexión, coordinación y diseño de las actuaciones que favorezcan la mejora de la convivencia y el clima escolar como un factor de calidad en la educación, poniendo especial hincapié en la prevención y tratamiento de los casos de acoso y la resolución pacífica de conflictos.
Y me consta que se están haciendo buenas cosas al respecto en muchos centros de Canarias pero, todo esto sin el apoyo de la familia, a buen seguro caerán en saco roto. De nosotros depende.
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