sábado, 2 de abril de 2016

Cambio educativo, cambio social

Por Esteban G.Santana Cabrera
Soy maestro desde hace más de veinte años y en estas dos décadas me he equivocado en multitud de ocasiones en mi ser como docente. Reconozco que muchas veces se me ha hecho difícil ver que soy o he sido tóxico en el claustro, que he sido o soy resistente al cambio, que en muchas cosas respondo al modelo de profesorado  tradicional y que me cuesta salir de mi zona de confort. Pero, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Ningún docente que se precie está exento de culpa, ya que por muy innovadores que pensemos que somos, tenemos muy mucho de esa escuela tradicional que se nos marcó a fuego durante tantos años. Por ello debemos partir de ahí para poco a poco ir transformando nuestra aula, nuestro cole, pero sobre todo la sociedad.

Si reconocemos nuestros errores y partimos de ellos, podremos ir construyendo nuestro ser docente. El cambio educativo no solo se consigue con el conocimiento de metodologías innovadoras, sino con la implementación de esta innovación y un análisis profundo del sistema social, que es el que al final posibilitaría el cambio educativo . Y en esto tiene mucho que decir la formación del profesorado, a todos los niveles, que algunas ocasiones se convierte en recibir, recibir y recibir y poco en aplicar.

El catedrático en Ontario Institute for Studies in Education de la Universidad de Toronto,  Michael Fullan, está en esta línea y  afirma que hay dos dimensiones claves para la capacidad de cambio. Una es lo que los individuos pueden hacer para desarrollar su efectividad, a pesar del sistema; la otra es la forma como los sistemas necesitan transformarse. Fullan pone especial interés en la capacidad individual por razones estratégicas y fundamentales. Él piensa que no podemos depender de o esperar a que el sistema cambie, sino que debemos desarrollar nuestras propias capacidades individuales para aprender y para seguir aprendiendo sin dejar que nos derrumben las vicisitudes del cambio.

Para ello es de vital importancia eliminar las fronteras entre el centro educativo y el entorno. En esto han jugado un papel importante las redes sociales, acercando la vida escolar a la del barrio, aunque todavía nos podemos encontrar entornos virtuales de centros docentes cerrados a cal y canto, sin hacer visible el aprendizaje de su alumnado. Hargreaves y Fullan,catedráticos que compartieron en el 2015 el Premio Grawemeyer en Educación de la Universidad de Louisville por las ideas expresadas en su libro, "Capital profesional", en  1997 hablaban de que las escuelas debían radicalmente reestructurar sus relaciones con el entorno y que las fronteras entre las escuelas y el exterior debían ser transparentes y permeables. Asimismo afirmaban estos autores que debemos lograr que las escuelas se relacionen de forma diferente con los padres y madres, con la comunidad, la tecnología, la política, debiendo unirse a una variada red de alianzas con otros centros docentes, las universidades, las instituciones, las empresas, etc. 

¿Por qué no damos un paso adelante por la innovación y por el cambio? ¿Por qué hay tantas resistencias en los centros educativos?¿Por qué no abrimos los centros al entorno y posibilitamos que sea un eje transformador de la sociedad? El miedo del docente al fracaso, a ser observado, evaluado y cuestionado es algo que a mi modo de ver impide que el cambio educativo sea una realidad en pleno S XXI. 

1 comentario:

  1. Coincido: la primera evaluación te la hacen tus alumnos; la segunda -vía redes- familia y entorno; la tercera -a veces-, la inspección. Hay que lograr un flip de familia y sociedad. A algunos nos va bien emitir las clases on line: me consta que así te conocen padres, tíos y demás familia. Incluso vienen amigos de alumnos a clase. Pero cada prof es cada prof... xD

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