domingo, 8 de septiembre de 2024

"Pilas cargadas y corazones abiertos al comienzo de curso en Canarias"

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  
"La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón." Este pensamiento de Howard G. Hendricks refleja como, a mi modo de ver, la única vía del éxito académico, la llave, estáen llegar al corazón de nuestro alumnado. El inicio del curso escolar en Canarias es un momento crucial para la comunidad educativa, especialmente para el profesorado, que juega un papel fundamental en la formación y bienestar del alumnado. A medida que nos preparamos para este nuevo ciclo, es vital reflexionar sobre varios aspectos que no solo afectan el rendimiento académico, sino también el desarrollo integral de nuestro alumnado.

El comienzo del curso no solo significa retomar las actividades educativas, sino que también es un momento para renovar energías y encarar el año con una actitud positiva. Los docentes, como pilares del proceso educativo, debemos comenzar el curso con las "pilas cargadas", conscientes de la importancia de nuestro bienestar emocional. Una buena salud mental en el profesorado no solo es esencial para nuestro propio rendimiento, sino que también tiene un impacto directo en la manera en que nos relacionamos con el alumnado. El síndrome de burnout es cada vez más habitual entre los docentes, sobre todo de los equipos directivos.

Cuando el profesorado está emocionalmente equilibrado, se crea un ambiente más propicio para que el alumnado sea tratado desde las emociones, favoreciendo un entorno de respeto y comprensión mutua. En este sentido, la salud mental no debe ser vista como un lujo, sino como una necesidad básica para garantizar un entorno de aprendizaje saludable y efectivo.

Otro punto crucial es la orientación del aprendizaje. A menudo, la presión por cubrir todos los saberes básicos o contenidos puede desviar la atención de lo que realmente importa: un aprendizaje que sea competencial y significativo. La escuela no debe ser vista únicamente como un lugar donde se adquieren conocimientos, sino como un espacio de preparación para la vida.

Un aprendizaje competencial permite a los estudiantes desarrollar habilidades que les serán útiles a lo largo de toda su vida, más allá de los exámenes y el aula. Esto implica fomentar el pensamiento crítico, la creatividad, la capacidad de resolver problemas y la adaptación a diferentes contextos. De esta manera, lo que realmente se busca es que el aprendizaje sea duradero y relevante, y no simplemente una acumulación de información que se olvida al poco tiempo.

A mis manos llegó este estudio de Durlak, J. A., Weissberg, R. P., Dymnicki, A. B., Taylor, R. D., & Schellinger, K. B. (2011). The impact of enhancing students’ social and emotional learning: A meta-analysis of school-based universal interventions. Child Development, 82(1), 405-432., que analiza el impacto de programas de aprendizaje social y emocional en estudiantes. Los resultados muestran que los estudiantes que participan en estos programas no solo mejoran en aspectos emocionales y sociales, sino que también muestran una mejora significativa en su rendimiento académico. Esta investigación subraya cómo las emociones juegan un papel crucial en el éxito académico, respaldando la idea de que un ambiente emocionalmente saludable en las escuelas es clave para el aprendizaje efectivo.

Por último, no podemos olvidar que para que el proceso educativo sea verdaderamente efectivo, es fundamental que la administración educativa provea a los centros de las infraestructuras, materiales y personal adecuados. Sin estos recursos, por más que el profesorado esté comprometido y los estudiantes motivados, el rendimiento académico se verá comprometido.

Un entorno bien dotado no solo facilita la labor docente, sino que también contribuye a crear un ambiente en el que los estudiantes se sientan cómodos y motivados para aprender. Invertir en infraestructuras de calidad, en materiales educativos actualizados y en un equipo humano suficiente y bien preparado es invertir en el futuro de nuestros estudiantes y, por ende, en el futuro de nuestra sociedad.

El comienzo del curso en Canarias debe ser visto como una oportunidad para renovar el compromiso con una educación de calidad, donde la salud mental del profesorado, un aprendizaje significativo y las condiciones materiales adecuadas jueguen un papel crucial. Al centrarnos en estos aspectos, no solo mejoramos la experiencia educativa, sino que también sentamos las bases para un éxito académico y personal duradero para todos. La escuela, en definitiva, es un centro de preparación para la vida, y es responsabilidad de todos que cumpla con esta misión de la mejor manera posible.




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