Por Esteban G. Santana Cabrera |
LPDLP. Cuando comenzamos un nuevo año los buenos deseos y las buenas intenciones se convierten en algo cotidiano. Desear el bien al prójimo, al vecino, al compañero de trabajo, al amigo o familiar está muy bien, pero a veces, la mayoría diría yo, se queda en eso y solo en estas fechas. Y qué decir de expresiones como "después de las fiestas me pondré a dieta" o "después de navidad me pongo a estudiar". Muchas veces se convierten en la excusa perfecta para dejar para otro día eso que tenemos que hacer o tendríamos que haber hecho hace mucho tiempo. A mí me gustaría que nos pusiéramos por un instante a pensar cómo sería nuestro barrio, nuestra casa, nuestro propio cuerpo, nuestro lugar de trabajo si todos los días fuera navidad. La gente sería más amable, cariñosa, alegre y sobre todo solidaria, porque fechas que se caractericen más por la solidaridad que éstas, ninguna. Durante estos días recibí muchos mensajes y llamadas de felicitación, gente que hacía mucho tiempo con la que no hablaba o gente, como mi primo, con el que voy a caminar cada noche a oxigenar nuestros pulmones y nuestra mente. Pero de todas las llamadas comparto con ustedes la de mi amigo Antonio de San Mateo, un compañero de facultad de esos que dejan huella por ser realmente buenas personas y buena gente. Sacrificado, que sacó su carrera trabajando por la mañana y acudiendo a clases por la tarde despues de una dura jornada. Me contaba que lleva unos años en que su vida cambió de manera radical, de la noche a la mañana, y la enfermedad llamó a su puerta como a la de miles de canarios cada año. Pero Antonio, que me dijo que sabía de mí por la prensa, porque me veía y me leía, era el fiel reflejo de la navidad. A pesar de la quimioterapia, de los achaques en plena juventud, él si que es verdadero testimonio de la navidad. Él sí que sabe vivir cada momento de su vida, cada instante, como si fuera el último, sin apego a lo terrenal y como si con él no fuera la enfermedad. Me decía "Esteban el que piense que esto no le va a ocurrir, mal lo lleva". Esa fue mi mejor felicitación de navidad y la quería compartir con ustedes y que lo supiera Antonio. Las fechas de navidad son especialmente propensas a dejarnos llevar por los sueños y la ilusión. Como esa que no pierde mi amigo Antonio. No sé si será casualidad o no, pero, en estos primeros días del año nuevo tuve un sueño que también quiero compartir con ustedes. Éste comenzó con una noticia en el Telediario vespertino donde se anunciaba un acuerdo de gobernabilidad entre los partidos mayoritarios. Los cuatro líderes políticos salían a la palestra y recalcaron, en sueños claro está, los cuatro, que lo importante era el bien de España y de los españoles, e hicieron una declaración de intenciones: -primero que la educación y la sanidad no podía estar sujeta a los intereses y/o el buen hacer de los partidos, sino que se iba a crear un órgano de gobierno por la sanidad y otro por la educación, donde no hubiera diferencia entre unas comunidades y otras, donde ser catalán, vasco, extremeño o canario no fuera motivo de ir a colegios de primera o de segunda y lo mismo con los hospitales -el segundo punto que trataron fue el del paro. "En una sociedad robotizada, mediatizada, dependiente de la economía de mercado y la banca, los trabajadores y trabajadoras serán lo más importante para nosotros", decían. Pero como los sueños, sueños son, me desperté y vi que todo seguía igual, que continuaban las disputas entre éste y aquél por ser y llegar a la "poltrona", olvidándose de que lo más importante son las personas y el bien de la sociedad. No sé si mi amigo Antonio estará de acuerdo o no, pero a mí me gustaría que los políticos hablaran con él al menos cinco minutos. Otro gallo les cantaría. Que no decaiga el desánimo en nosotros y veamos cada día como el último del año, el último de nuestra vida y seguro que como dice Mariano, "todos los días será Navidad". Feliz 2016
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