El conocimiento es ubicuo (Stilgoe, Irin y Jones). Ya no podemos seguir pensando en él como algo que solo unos pocos expertos producen en unos lugares determinados (la academia, los laboratorios…) para luego ser transmitido y consumido por públicos legos en otros momentos y en espacios concretos (la escuela, el museo, la sala de conferencias…).
El conocimiento es abundante. Se ha convertido en la última y más atractiva de las commodities.
El conocimiento ha desbordado las paredes de las aulas, los laboratorios y las academias. Ha traspasado las rígidas estructuras de los departamentos, los equipos de investigación y las disciplinas.
El aprendizaje también es ubicuo. Siempre lo ha sido. “Aprender no ha sido nunca algo que sólo suceda dentro de espacios acotados e institucionalizados para ese fin. La vida es un continuo de experiencias que significan oportunidades para aprender”, dice Juan Freire.
El aprendizaje siempre ha sido relevante y significativo. Hubo un tiempo en el que “la educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada”. (Ivan illich. La sociedad desescolarizada. 1978).
A principios del pasado siglo XX John Dewey reclamaba la necesidad de que el aprendizaje en la escuela estuviese vinculado a la vida. “Aprender, sí, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida”.
Uno de los grandes retos de la educación siempre ha sido la incorporación del contexto en la escuela. La necesidad de vincular la educación a la vida, de poner al alumno en el centro, de aprender haciendo y reflexionando sobre lo que se hace, de experimentar, de abrir la escuela y salir al barrio, al museo, al campo, de expandir, en definitiva, la educación es una constante entre todos los movimientos reformistas de principios de siglo XX.
“El mundo entero debe ser, desde el primer instante, objeto de atención y materia de aprendizaje para el niño”, decía el pedagogo español de la Institución Libre de Enseñanza Manuel Bartolomé Cossío. Son muchos los pedagogos que han reclamado desde siempre un mayor conexión entre la escuela y la vida, entre la escuela y lo que sucedía fuera de la misma. Son muchos los que han defendido la idea de una escuela en la que aprendamos no solo a vivir sino también aprendamos como se vive.
En las décadas de los 60 y los 70 se produjo un fuerte movimiento de cambio educativo. En ese momento acuñamos, entre otros, el término sociedad del aprendizaje (Robert Hutchins, 1968) para referirnos a un nuevo tipo de sociedad en la que la adquisición del conocimiento ya no estaría confinada al interior de las instituciones educativas (el aprendizaje no está limitado a un espacio concreto), ni limitada en el tiempo (el aprendizaje no es algo que suceda una sola vez y en un momento concreto de la vida). Una sociedad en la que el aprendizaje debería ocurrir en cualquier lugar, en cualquier momento.
“Hoy en nuestras ciudades, la mayor parte de la enseñanza tiene lugar fuera de la escuela. La cantidad de información comunicada por la prensa, las revistas, las películas, la televisión y la radio, exceden en gran medida a la cantidad de información comunicada por la instrucción y los textos en la escuela. Este desafío ha destruido el monopolio de libro como ayuda a la enseñanza y ha derribado los propios muros de las aulas de modo tan repentino que estamos confundidos, desconcertados”, escribió, por su parte, Marshall Mcluhan en 1960.
En este contexto de reforma la obra de Philips Coombs (The world educational crisis. 1968) marcó un hito importante al establecer entre otras cosas el concepto de educación no formal en un intento de dar una respuesta extraescolar a una gran variedad de demandas educativas existentes. Su propuesta surgió en el marco de una conferencia de UNESCO (Nueva York. 1967) en torno a la crisis mundial de la educación que por entonces se percibía.
Fueron años, por cierto, con numerosas iniciativas y proyectos para incorporar la tecnología a la Educación.
En los últimos 15 años hemos visto como irrumpía en todos los ámbitos de nuestra vida lo digital cambiando nuestras formas de relacionarnos, trabajar, aprender. No son pocos los que encuentran un paralelismo entre las décadas de los 60 y 70 y el momento actual.
Hoy cobran de nuevo actualidad autores como Dewey, Freire, Illich, Holton, Piaget que reclamaban en su tiempo profundos cambios en la educación para adaptarse a las demandas de la sociedad. Es también hoy un momento de revisita de colectivos como los situacionistas o o los filósofos críticos con el orden establecido como Foucault y Bourdieu.
El término de expandida proviene precisamente de un libro publicado en 1970, Expanded Cinema, en el que se planteaba que el cine desbordaría los límites de las pantallas usando las nuevas tecnologías disponibles entonces, principalmente el vídeo.
En el prólogo de ese libro, R. Buckminster Fuller, decía, los jóvenes del mañana emplearán las cintas de vídeo para introducir en el aula los testimonios y los documentos de los más relevantes pensadores de la humanidad.
Hablamos de educación expandida desde que el colectivo ZEMOS98 recuperara la idea de lo expandido y tuviera la feliz intuición de dedicar su undécimo festival a la educación expandida en 2009.
Sobre educación expandida tuve la suerte de hablar el jueves pasado con Tíscar Lara, directora de Comunicación en la Escuela de Organización Industrial (EOI), en una nueva edición de los #direcTIC, el webinar mensual de educaconTiC y el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación y Cultura español.
¿Qué significa educación expandida? ¿Qué es la educación expandida? ¿Cuál es la relación de la educación expandida con la educación formal, no formal e informal? ¿Tiene límites la educación expandida? ¿Hay lugares para la educación expandida? ¿Hay lugar en la educación formal para la educación expandida?
Educación expandida, educación mediática, edupunk, aprendizaje invisible, p2pedagogy son todos términos que apelan a “prácticas, ideas o metodologías educativas que se encuentran fuera de lugar”.
Para Rubén Díaz, miembro del colectivo Zemos98, la educación expandida sería “una modalidad educativa que combina elementos propios de la educación formal, la enseñanza informal y el uso de las las nuevas tecnologías” (wikipedia).
La educación expandida supone para Marina Garcés, “la disolución de fronteras institucionales y disciplinares; el acceso universal a la información y a los recursos culturales y, finalmente, la organización del trabajo colectivo en red”. Educación expandida sería entonces educación abierta y colaborativa.
Para el propio colectivo Zemms98 no sería “más que un término evocador y sugerente” (recomiendo seguir elMOOC de educación expandida de INTEF).
Sugerente es, desde luego, la definición que hizo la propia Tíscar Lara junto con Antonio Lafuente de Educación expandida como “el pulmón de la educación pública, pero también la atmósfera que hace respirable la clase. La educación expandida entonces es expectorante y está conformada por todas esas actividades que tratan de aprovechar los recursos del entorno para hacer la educación más divertida, más artesanal, más abierta, más informal y más participativa”.
“Es muy posible que no sepamos muy bien qué es educar, o qué puede llegar a ser. Pero sí sabemos a lo que no puede renunciar la educación: a encender el deseo de pensar (saber, crear, conocer…), a abrir las puertas de este deseo a cualquiera y a asumir las consecuencias de este deseo compartido desde la igualdad” (Marina Garcés). Es muy probable que no sepamos bien qué significa educación expandida pero sí está clara su capacidad de inspiración y de movilización.
Después de hablar con Tíscar, me atrevería a decir que educación expandida es lo que hacen miles de maestros y profesores a diario en sus aulas cuando apuestan por una educación relevante, integradora, realista; utilizando o no la tecnología, convirtiendo a sus alumnos en protagonista de su propio aprendizaje, a través de metodologías que conectan personas y contextos: como el aprendizaje basado en proyectos (ABP) o el aprendizaje servicio.
Educación expandida sería abrir la educación y expandir el aprendizaje.
Educación expandida es, como dicen en Zemos98, un término que nos permite repensar la educación, cuestionar los paradigmas educativos y seguir “soñando” en su capacidad de transformar la sociedad.
Os dejo el estupendo Storify que han hecho mis amigos de Conecta13 e INTEF del hangout y con el vídeo del mismo para que escuchéis a Tíscar.
Fuente: co.labora.red
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