Por Esteban G. Santana Cabrera |
Feedback es una palabra del inglés que significa retroalimentación, o lo que es lo mismo, respuesta o reacción a algo que hemos realizado. ¿Es el feedback importante en el proceso de enseñanza aprendizaje? ¿Cómo podría definirse el concepto de feedback en el ámbito educativo?
En el artículo Retroalimentación Formativa para estudiantes de Educación a Distancia de los profesores Fernando Lozano y Laura Tamez , de la Universidad TEC Virtual de México, afirman que retroalimentar es una actividad clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno, ya que implica darle información que le ayude a cumplir con los objetivos de aprendizaje. No es suficiente con decirle al alumno que su tarea está bien o mal, necesita un por qué. En ese mismo artículo estos autores recogen la experiencia de Holmes y Papageorgiou (2009) que realizaron un estudio exploratorio cualitativo para conocer las expectativas, percepciones y usos de la retroalimentación en estudiantes de educación superior en el Reino Unido. A los estudiantes se les preguntó qué entendían por retroalimentación, a lo que respondieron que la consideran como mensajes escritos relacionados a la evaluación de una tarea. Los estudiantes comentaron que no recibían una retroalimentación formativa y que les gustaría una retroalimentación que les ayudara a mejorar su aprendizaje y sus calificaciones.
Creo que el sentir de este alumnado es el sentir también del nuestro, pero también el de los docentes en general. Cuando ponemos un examen a nuestros alumnos, en muchas ocasiones nos limitamos a marcarle en rojo dónde se ha equivocado. Esto que ocurre con las pruebas escritas, pasa también con cualquiera de otro tipo. Un aspirante a docente en una oposición, cuando la ha finalizado, no se le dice en qué aspectos tiene que mejorar para ser mejor docente, y esto le ocurre tanto al que aprueba como al que suspende. Y qué decir entre compañeros, tanto entre alumnado como entre el profesorado. ¿Hacemos retroalimentación con nuestros compañeros para tratar de mejorar cada día en la práctica educativa? A buen seguro que en la mayoría de los casos responderemos que no, por falta de tiempo, pero en en muchos es por la falta de planificación y el no saber cómo hacerlo.
¿Qué es retroalimentar? ¿Sabemos los docentes retroalimentar a nuestro alumnado? ¿Los docentes sabemos retroalimentarnos entre nosotros? La retroalimentación la definen los autores Hattie y Timperley, y así lo recoge el artículo citado al comienzo de este artículo, como la información que provee un agente como podría ser: un profesor, un compañero de equipo, un libro, uno mismo, sobre el desempeño académico de una actividad de aprendizaje. Un profesor posee información profunda sobre el contenido del curso donde es tutor, o por lo menos eso es lo esperado, un compañero de equipo puede proveer una estrategia alternativa para desarrollar una tarea, un libro puede proveer información para clarificar ideas, un consejero puede asesorar al estudiante; así, el aprendiz puede revisar y considerar corregir para mejorar el aprendizaje. Retroalimentar, debería estar asociado a aprendizaje. De acuerdo con Hattie y Timperley (2007) la retroalimentación busca que el alumno o el profesorado se dé cuenta de la discrepancia que hay entre lo que comprendió y lo que debió haber comprendido, o cómo se ha desempeñado para cumplir con el objetivo de aprendizaje de cada actividad. Retroalimentar es una actividad de aprendizaje, es la acción en que el profesor-alumno proporciona al compañero-estudiante, información para mejorar el proceso de aprendizaje. El tipo de retroalimentación enfocada a proveer información sobre el proceso llevado a cabo por el estudiante en la realización de una tarea, ya sea para aclarar un conocimiento o para adquirir una habilidad, se le denomina formativa. Shute (2008, citado por Jonsson, 2012) describe la retroalimentación formativa como la información comunicada por el profesor al estudiante que intenta modificar su pensamiento o su comportamiento para mejorar el aprendizaje. No es suficiente con proporcionar una calificación numérica, el estudiante espera información que le aporte algo que le ayude a comprender un conocimiento nuevo, que le lleve a saber algo más.
En la normativa canaria sobre la evaluación en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria nos dice que será continua, formativa e integradora, así como diferenciada en las distintas materias; y en el Bachillerato que será continua, formativa y diferenciada, conforme a lo establecido en los artículos 28 y 40 del citado Decreto 315/2015. Intrínsecamente, según la normativa vigente, la evaluación tiene que ir asociada a retroalimentación. Una evaluación que no lleve aparejada una retroalimentación se puede convertir en algo traumático y sin sentido para el alumnado, ya que le generará un estrés por conseguir aprobar el examen-prueba, sin más. Si a la evaluación le sumamos el feedback, tendremos un proceso de enseñanza aprendizaje mucho más rico tanto para el docente como para el discente, pero también y sobre todo entre profesionales.
En el artículo Retroalimentación Formativa para estudiantes de Educación a Distancia de los profesores Fernando Lozano y Laura Tamez , de la Universidad TEC Virtual de México, afirman que retroalimentar es una actividad clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno, ya que implica darle información que le ayude a cumplir con los objetivos de aprendizaje. No es suficiente con decirle al alumno que su tarea está bien o mal, necesita un por qué. En ese mismo artículo estos autores recogen la experiencia de Holmes y Papageorgiou (2009) que realizaron un estudio exploratorio cualitativo para conocer las expectativas, percepciones y usos de la retroalimentación en estudiantes de educación superior en el Reino Unido. A los estudiantes se les preguntó qué entendían por retroalimentación, a lo que respondieron que la consideran como mensajes escritos relacionados a la evaluación de una tarea. Los estudiantes comentaron que no recibían una retroalimentación formativa y que les gustaría una retroalimentación que les ayudara a mejorar su aprendizaje y sus calificaciones.
Creo que el sentir de este alumnado es el sentir también del nuestro, pero también el de los docentes en general. Cuando ponemos un examen a nuestros alumnos, en muchas ocasiones nos limitamos a marcarle en rojo dónde se ha equivocado. Esto que ocurre con las pruebas escritas, pasa también con cualquiera de otro tipo. Un aspirante a docente en una oposición, cuando la ha finalizado, no se le dice en qué aspectos tiene que mejorar para ser mejor docente, y esto le ocurre tanto al que aprueba como al que suspende. Y qué decir entre compañeros, tanto entre alumnado como entre el profesorado. ¿Hacemos retroalimentación con nuestros compañeros para tratar de mejorar cada día en la práctica educativa? A buen seguro que en la mayoría de los casos responderemos que no, por falta de tiempo, pero en en muchos es por la falta de planificación y el no saber cómo hacerlo.
¿Qué es retroalimentar? ¿Sabemos los docentes retroalimentar a nuestro alumnado? ¿Los docentes sabemos retroalimentarnos entre nosotros? La retroalimentación la definen los autores Hattie y Timperley, y así lo recoge el artículo citado al comienzo de este artículo, como la información que provee un agente como podría ser: un profesor, un compañero de equipo, un libro, uno mismo, sobre el desempeño académico de una actividad de aprendizaje. Un profesor posee información profunda sobre el contenido del curso donde es tutor, o por lo menos eso es lo esperado, un compañero de equipo puede proveer una estrategia alternativa para desarrollar una tarea, un libro puede proveer información para clarificar ideas, un consejero puede asesorar al estudiante; así, el aprendiz puede revisar y considerar corregir para mejorar el aprendizaje. Retroalimentar, debería estar asociado a aprendizaje. De acuerdo con Hattie y Timperley (2007) la retroalimentación busca que el alumno o el profesorado se dé cuenta de la discrepancia que hay entre lo que comprendió y lo que debió haber comprendido, o cómo se ha desempeñado para cumplir con el objetivo de aprendizaje de cada actividad. Retroalimentar es una actividad de aprendizaje, es la acción en que el profesor-alumno proporciona al compañero-estudiante, información para mejorar el proceso de aprendizaje. El tipo de retroalimentación enfocada a proveer información sobre el proceso llevado a cabo por el estudiante en la realización de una tarea, ya sea para aclarar un conocimiento o para adquirir una habilidad, se le denomina formativa. Shute (2008, citado por Jonsson, 2012) describe la retroalimentación formativa como la información comunicada por el profesor al estudiante que intenta modificar su pensamiento o su comportamiento para mejorar el aprendizaje. No es suficiente con proporcionar una calificación numérica, el estudiante espera información que le aporte algo que le ayude a comprender un conocimiento nuevo, que le lleve a saber algo más.
En la normativa canaria sobre la evaluación en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria nos dice que será continua, formativa e integradora, así como diferenciada en las distintas materias; y en el Bachillerato que será continua, formativa y diferenciada, conforme a lo establecido en los artículos 28 y 40 del citado Decreto 315/2015. Intrínsecamente, según la normativa vigente, la evaluación tiene que ir asociada a retroalimentación. Una evaluación que no lleve aparejada una retroalimentación se puede convertir en algo traumático y sin sentido para el alumnado, ya que le generará un estrés por conseguir aprobar el examen-prueba, sin más. Si a la evaluación le sumamos el feedback, tendremos un proceso de enseñanza aprendizaje mucho más rico tanto para el docente como para el discente, pero también y sobre todo entre profesionales.
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